14. the heroes who saved new york

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Aidan no creía en Dios, nunca lo había hecho

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Aidan no creía en Dios, nunca lo había hecho. A pesar de haber crecido en St. Agnes Orphanage que estaba asociada a una iglesia, nunca había sentido la necesidad de hacerlo, no cuando las monjas usaban la creencia como una forma de castigo.

Sé bueno e irás al cielo. Sé malo e irás al infierno.

Sin embargo, a medida que fue creciendo, su perspectiva se había moldeado de acuerdo a sus experiencias. Había nacido en Hell's Kitchen, pero cuando fue adoptado a los doce años por los Halliwell, se había mudado a Washington y se había criado ahí. Con un padre militar retirado y una madre de lo más bondadosa. Tenía tres hermanos: Eddie, Iván y Rachel, siendo ella la menor. Luego, cuando había tenido la edad necesaria, Nick Fury lo había reclutado para S.H.I.E.L.D, había sido entrenado y había elegido operativos. Y entonces supo que la realidad era más de lo que aparentaba.

Aidan tenía veinticinco años cuando se convirtió en inhumano y había desbloqueado sus poderes. Inhumano, una palabra que para muchos no tendría un significado mucho más allá de algo que no cuadraba. Pero para Aidan era de quién se trataba, lo que era y lo que sería hasta el día de su muerte.

Era su propio linaje.

Ahora, dos años más tarde, estaba mirando al cielo cómo Chitauris caían del cielo como una tormenta, enfundado en un traje ajustado y rodeado por una leyenda viviente como Steve Rogers, Natasha Romanoff a quien conocía hacía escaso cuatro días personalmente, pues había estado a su lado cada momento y Clint Barton, que parecía más alerta que nunca, fuera del control mental que Loki había implementado en él.

Contuvo una maldición cuando los chitauris comenzaron a bajar del Leviathan chitauri, soldados lloviendo del cielo atravesando edificios y causando caos.

Loki en tanto seguía enzarzado en una lucha con su hermano. Tony se dirigía a ellos con un ejército entero de esos feos alienígenas a la cola y Banner no se veía por ningún lado.

—Stark, ¿estás viendo esto? —preguntó Steve mirando hacia el cielo, siguiendo con la mirada el rumbo de los chitauris que pasaban por encima de los cuatro.

—Lo veo, sigo trabajando en el creer —respondió Tony con su voz ahogada y un tanto mecánica—. ¿Dónde está Banner? ¿Ha llegado todavía?

—Ni rastro de él —respondió Aidan rápidamente—. Todavía perdido en acción.

into the fire, STEVE ROGERS²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora