43. the sound of silence

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Su plan de volar hacia la ciudad de Washington sin avisarle a Steve en absoluto se puso en moción apenas unos pocos días después

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Su plan de volar hacia la ciudad de Washington sin avisarle a Steve en absoluto se puso en moción apenas unos pocos días después. Habiendo tomado su coche para un viaje de carretera y haciendo unas cuantas paradas en el camino para pasar al servicio y locales de paso. Si bien Steve se había extrañado ante su ímpetu y secretismo alrededor de su viaje sorpresa, su única excusa había sido el hecho de que simplemente quería seguir algunas pistas, ponerse en la perspectiva que necesitaba para encontrar a Bucky. Una vez que Steve escuchó el nombre de su mejor amigo y la iniciativa propia de Halliwell para poder avanzar en las pocas señales que habían tenido en los últimos meses, no hubo más que hablar.

Al llegar a suelos de D.C, habiendo viajado más de doscientas cincuenta millas, su primera parada fue visitar las dependencias en ruina de S.H.I.E.L.D, el Triskelion, que antes una figura monumental erguida en el cielo, ahora yacía en el suelo, nada más que concreto, ruinas y vigas caídas. Era una zona de desastre, como si una bola de destrucción hubiera arrasado con todo. Los tres Helicarriers que habían caído del cielo ya no estaban en el sitio, probablemente Hill había movido unos cuantos hilos para hacerse con ellos después de que la prensa hubiera tenido un día de campo con ello durante más de una semana posterior a la caída.

Sus botas hicieron crujir el vidrio bajo sus pies, pulverizándolo bajo su peso. La única cosa buena es que habían quitado los cuerpos del edificio o no podría nadie aguantar el olor a putrefacción al haber pasado tres meses desde su derrumbe. El edificio había colapsado luego de que uno de los tres Helicarriers hubiera impactado contra el edificio, llevándose todo a su paso. Podía recordar el punto exacto donde el cuerpo de Alexander Pierce había quedado aplastado por el cimiento cuando Fury le había puesto dos balas en el cuerpo, aunque ahora no era nada más que polvo. El lugar donde el edificio había estado se encontraba vacío, fuertemente asegurado por personal del DODC armado hasta los dientes, que trataban de hacerse cargo de la limpieza del lugar. Cualquiera pensaría que para entonces ya la arquitectura no existiría más, pero todavía podía ver ciertas partes del edificio en pie. No era menos, pues era un edificio sorprendentemente grande, que iba todo el camino hacia abajo tanto como iba hacia arriba; para cuando terminasen, sus hijos les darían nietos.

into the fire, STEVE ROGERS²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora