06. the afterlife

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3 de enero de 2010

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3 de enero de 2010.

Había gente.

Había mucha gente, más de lo que Aidan se había pensado. Y había mucho verde también, incluso podía ver montañas a lo lejos.

O quizá era porque su vista se había visto nublada después del teletransporte con el que Gordon los había llevado hasta ahí. Dondequiera que fuese. Gordon, el hombre que lo había llevado hasta ahí y que aún estaba sosteniéndolo por si se caía desmayado o algo parecido.

No conocía a nadie, por supuesto que no. Todo el mundo lo estaba mirando, algunos con curiosidad, otros con una expresión que Aidan no pudo descifrar bien.

¿Y cómo no iban a hacerlo? Si había salido en medio del aire, acompañado por un hombre que no tenía ojos y que tenía el poder de teletransportarse. Teletransportarse, correcto. Incluso así, estaba un poco fuera de su imaginación.

Hace un rato él estaba en Nueva York y ahora... quién sabía dónde.

Sacó su teléfono celular del bolsillo trasero para verificar la hora local y sus mensajes, verificar que el correo que le había enviado a Fury y a Rumlow antes de partir hubieran llegado a destino, pero no había señal. Cualquiera fuera el lugar, era una zona de conexión nula.

—¿Dónde carajos estoy? —se preguntó a sí mismo, murmurando bajo su aliento mientras miraba a su alrededor y luego al hombre que tenía al lado—. ¿Gordon?

—¿Estás bien? —preguntó, un deje de preocupación genuina en su voz.

Aidan asintió levemente, las estrellas bajo sus párpados aún brillando y el tirón que sentía en el fondo de su estómago aún persistía, pero se estaba yendo lentamente. Suavemente, sin querer lucir grosero, se desembarazó del agarre de Gordon y tomó un paso hacia adelante, tentativo, tratando de reconocer un poco sus alrededores desconocidos. Definitivamente, habían dejado de estar en Estados Unidos.

¿La razón? No veía ningún edificio, ni siquiera a la lejanía.

Así que volvió a preguntar: —¿Dónde estamos, Gordon? ¿Qué es este lugar?

into the fire, STEVE ROGERS²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora