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—¡Mi hijo!—Exclamó tan pronto reconoció a una chica que por el uniforme que llevaba, parecía poder darle informaciones—¿¡Dónde está mi hijo!?

La mujer detrás del escritorio se sobresaltó un poco, para después pedirle silenciosamente que moderara el tono de su voz, lo que añadió una porción gigantesca de intensidad a su desesperación.

¿Cómo podía pedirle algo así?

—¡¡LE ESTOY PIDIENDO QUE ME DIGA DONDE ESTÁ MI HIJO!!—Gritó, y las miradas de la gente, e incluso la voz de Nani y de su propio hermano pidiéndole que se calmara no le importaron.

Era tan fastidioso y desesperante que necesitaba romper algo con sus manos. ¡¿Por qué todo el mundo parecía insensible ante la situación?!
¿Por qué no entendían que su razón de ser estaba necesitándolo?

—¿Podría regalarme el nombre de su hijo, señor?

Y de nuevo, la indiferencia con la que hablaba tiró de algo en su cabeza.

—Dome... Dome Metawin es el nombre de mi hijo.

Después, la muchacha tecleó por unos segundos que se sintieron como horas, y como acto involuntario, Win golpeó constantemente el recibidor de cristal con sus dedos.

Hace exactamente seis horas que Mew llegó a su casa para decirle que Given había llamado. Dome estaba ingresado en un hospital de Chao Phraya y necesitaban que fuera a buscarlos hasta allá... desde entonces, Win desconectó el raciocinio de sus acciones y todo lo hacía conforme a sus necesidades... y su única necesidad en ese momento era estar con su hijo.

El camino a Chao Phraya fue más que estresante, pues Win se negaba a dejar que otro manejara, discutía sin sentido, pero también temblaba, pensando en muchas cosas malas, y a su vez en nada. Finalmente, lograron que accediera a que Mew tomara el volante, pero sus quejas, llantos y temblores no disminuyeron ni un poco en todo el camino. No importaban las palabras de consolación de Nani, ni los abrazos de apoyo que Gulf le daba, nada era realmente tan importante como saber que su hijo estaba bien.

—Sala de internamiento pediátrico. Piso 3, pasillo nro. 2, habitación 8.

Y tan pronto escuchó aquello, retuvo la información en su cabeza y corrió hasta el ascensor, que afortunadamente ya estaba listo para recibirlo.

No esperaba que al llegar al tercer piso, lo recibiera otra joven del mismo carácter que la anterior. Win creía no poder soportarlo más, pero afortunadamente ahí estaban Nani, Mew y Gulf, quienes lo ayudaron a identificarse rápidamente para poder ingresar.

Tan pronto lo vio, Win rompió en llanto.

Su hijo estaba pálido de pies a cabeza y ya no traía la ropa con la que salió de casa, sino una bata ancha y de color azul que lo hacía parecer cansado.

Y aunque había más gente en la habitación, por un momento fue como si sólo existieran ellos dos.

—L-lo siento... lo siento mucho—Repetía el adolescente con pesar.

Win solo sabía llorar y abrazarse a su cuerpo, sintiendo que podía volver respirar.

—¡¿Qué te hicieron?! ¿Cómo te sientes?—Dijo, inspeccionando el cuerpo de su hijo por su propia cuenta con preocupación.

Nani solo observaba, mientras que Mew y Gulf abrazaban a su hijo en una esquina. Win agradeció internamente que no los interrumpieran, porque él necesitaba estar a solas con su hijo.

—El doctor estaba esperando a que llegaras—Respondió, secando sus lágrimas.

—Yo voy por él—Se ofreció Nani, saliendo del cuarto sin esperar una respuesta.

Papá, ¿Qué es Brightwin? - Brightwin ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora