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—Lo siento—Dijo,—¿Me has esperado por mucho tiempo?

Bright negó sucesivamente con la cabeza.

¿Por qué no respondía con la verdad?

Entonces, Win sonrió cortésmente y sacudiendo con gentil vergüenza sus manos desnudas, las cuales parecían más rojas de lo habitual por la falta de calor, tomó asiento frente al pelinegro y agradeció la hospitalidad con la que fue recibido.

—¿Tienes frío?—Preguntó, observándole con mayor detalle del que era debido.

Definitivamente, Win había cambiado.

Por alguna razón u otra, antes no le prestó mayor atención a su apariencia... o quizás si, y sólo lo había evadido por razones convexas, pero ahora... teniéndolo en frente, podía detallar mejor sus fracciones maduras y prominentes, su rostro ahora blanco como la nieve, (en general, su piel era muy blanca), su cabello castaño que tanto solía gustarle a Bright, su cara linda y triste, emanaba un aire diferente, aunque sus ojos eran tal y como los recordaba.

—No—Win respondió instantáneamente, aunque Bright estaba muy distraído en otras cosas cómo para notarlo, así que Win no tuvo más remedio que carraspear un poco para llamar su atención.

—Oh, sí... discúlpame—Dijo, titubeante, ahora con cierta vergüenza.

No se avergonzaba de mirarlo descaradamente tal cual un psicópata acosador, sino de que Win lo descubriera haciéndolo.

No se avergonzaba de eso, porque lo suponía una reacción normal desde de más de quince años sin verse... ¿o no?

—¿Quieres un café... té, o un chocolate?—Ofreció.

Bright sabía que entre sus preferencias siempre estaba el chai latte, pero dudó que le siguiera gustando después de tanto tiempo, así que simplemente no lo propuso para no hacer del momento algo incómodo.

—¿Sabes si preparan chai latte aquí?—Preguntó, dejando la carta del menú, porque aparentemente allí no estaba incluida.

Y aquello no fue sorpresa para el pelinegro, sino más bien, como algún tipo de deja vú o recuerdos vividos, ya que eso solía pasar mucho cuando ellos eran novios.

El chai latte era una bebida exclusiva de Bangkok que se preparaba sólo en ciertos lugares. Bright siempre abogaba por complacer al menor con uno de esos, así que no importaba pagar un poco demás o persuadir a los meseros para que el niño de ojos bonitos obtuviera su chai latte.

—No lo sé, pero podemos preguntar—Dijo, llamando la atención de alguno de los meseros antes de poder recibir una respuesta de Win.

—Buenos días—Saludó tan pronto el hombre uniformado hizo una reverencia ante ellos—Ya hemos revisado el menú, pero allí no aparece el chai latte que nosotros estamos pidiendo, ¿será posible que nos puedan servir alguno?

El hombre chasqueó antes de responder:

—Lo siento mucho, señor... pero los chai latte dejaron de salir hace ya un tiempo, y me temo que quien sabía cómo prepararlos ya no trabaja con nosotros.

—Oh... no te preocupes—Win intervino—¿Entonces puede ser un frapeé de chocolate?

—Por supuesto—Asintió, y volvió a dejarlos solos después de recibir un "gracias" por parte de ambos.

Y se hizo el silencio, por... quien sabe cuanto tiempo, hasta que eso comenzó ser más abrumador que lo que tenía por decir, entonces Win llenó sus pulmones de aire, como si eso le diera valor, y le miró.

Papá, ¿Qué es Brightwin? - Brightwin ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora