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La casa de los Suppasit estaba llena de vida esa tarde. El aroma de la comida tailandesa flotaba en el aire, y las risas resonaban en la terraza. La familia se había reunido por primera vez después de mucho tiempo para compartir el desayuno como solían hacerlo los sábados. Nani también los acompañaba.

—¿Podrías pasarme el jugo, amor?—pidió Mew, extendiendo la mano hacia Gulf con un gesto tranquilo.

Gulf cedió a su petición y le entregó el jugo de uva con una sonrisa traviesa.

—Ten cuidado. No vaya a ser que te atragantes y termines arruinando el desayuno—Advirtió con un poco de gracia, recordando la vez exacta en la que sucedió algo parecido.

Mew soltó una risa suave y le dio un ligero golpe en la mano.

—No te preocupes, cariño. Soy un experto en el arte del desayuno seguro—Se defendió.

En un principio le molestaba, pero después entendió que eso era lo que más disfrutaban hacer su esposo y su hijo, así que ahora simplemente finge que lo disfruta.

—¡Ah, sí, la famosa habilidad de papá para soportar los peligros de la vida! Supongo que es por eso que yo estoy aquí—Sonrió mientras sostenía una cuchara llena de mermelada con una mano, mientras que con la otra hacía malabares con las tostadas.

—¡Suelta eso o limpiarás toda la mesa al terminar!—Gulf advirtió más que tranquilo.

El adolescente intrépido, se rió. Sus ojos brillaban con picardía con intenciones de hacer algo mucho más divertido.

—¡Hey! Si sigues jugando con eso, te lo lanzaré—Dome le señaló, atrapando hábilmente una de las tostadas que su primo le lanzó.

Él volvió a reír.

Le parecía mortalmente aburrido solo comer mientras se miran las caras y hablan de cosas insípidas. El prefería ver a todos arder, aunque después tuviera que solucionarlo.

Mientras tanto, Dome aprovechó el despiste para robar algunas uvas verdes.

Según su tío, todavía no era el momento para comerlas, y él era histérico con eso de los tiempos, pero afortunadamente nadie lo vio mientras lo hacía, o eso creyó, hasta que una parte de su cuello empezó a pesar más de lo normal y entonces su mirada se cruzó con la de su padre.

Entonces, fue momento de fingir ojos tristes, e inevitablemente, Win rió.

Este era un soborno muy claro, pero Win siempre estaba encantado de ser cómplice de su hijo en cualquier cosa.

Balanceó su mano con rapidez y discreción, aventurándolo a comerlas antes de que alguien más lo viera, y así lo hizo.

Se dedicó a masticar las pruebas del crimen mientras observaba como todos hablaban animadamente de alguna cosa... excepto alguien.

Dome detuvo su masticar abruptamente al darse cuenta de la escena.

Nani sonreía.

Sonreía mientras miraba a su padre de una forma tan suave.

Incluso hablaba también, pero nunca dejaba de mirarlo, y Win parecía muy entusiasmado con la conversación para notarlo.

Y ahora puede recordar que nunca llegó a concretar esa conversación con él.

Creyó haberlo olvidado, pues ellos no se habían visto mucho los últimos días. Por alguna razón, Nani ya no pasaba tanto tiempo en casa. En ocasiones llegaba a la cena e iba a la cama hasta el otro día.

Papá, ¿Qué es Brightwin? - Brightwin ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora