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—¡Entiéndelo, Bright!—Su manager respiró, ahora irritado—¡Tenemos un compromiso en Hong Kong! Hay muchas cosas en juego, y el esfuerzo de mucha gente detrás ¡No puedes simplemente dejarlo todo por una vil suposición.

—¡Me importa una mierda!—Empuñó, sin dejar de deambular por el lugar, tal y como lo hacía una persona desesperada.

Ciertamente, su manager sabía que era mucho más que una "simple suposición" todo era demasiado exacto como para que así lo fuera... pero definitivamente, eso no les convenía de ninguna manera, por eso necesitaba sacar a Bright de ahí lo antes posible.

Exactamente, lo verídico de la situación era lo arriesgado... porque era incluso estúpido preguntar si aquel niño era hijo de Bright, cuando era evidente hasta con los ojos cerrados para cualquiera que los viera juntos... Sin dejar de lado que su padre también es Metawin, el eterno amor adolescente e inconcluso del cantante.

Él lo sabía. Presintió que algo andaba mal cuando lo conoció, y a pesar de eso siguió con su estrategia publicitaria con el fin de reavivar el furor en toda la gente y expandir la imagen de Bright en toda la social media de Tailandia, aún cuando no era necesario.

—Tengo que hablar con él—Dijo, caminando de repente en dirección contraria.

Sour no pudo hacer otra cosa que ir tras él apresuradamente, y se encontró maldiciendo en secreto el momento en el que se le ocurrió aquella estrategia de marketing que ahora parecía costarle mucho más de lo que realmente valía.

No creyó que aquel acto disfrazado de bondad con segundas intenciones fuera a acabar en esto, y conociendo a Bright, algo muy malo estaba por venir.

—¡¿Pretendes esconderte de mí toda la vida?!—Dijo con dolencia cuando los encontró no muy lejos del pasillo del que técnicamente los habían echado hace tan sólo unos minutos.

Anteriormente, no pudo insistir porque ellos se las habían arreglado para que Bright los perdiera de vista en cuanto salieron de aquella habitación.

Vete, Bright—Mew respondió por él, adaptando la misma postura de antes en la que todo su cuerpo protegía a su hermano.

Apártate y deja que hable conmigo.—Contradijo—Deja que me de la cara.

A pesar de lo firme que eran sus palabras, en sus ojos había ansiedad y desconcierto. Sus gestos reflejaban muy bien lo desorientado que estaba, como si hubiera olvidado dónde estaba y porqué, y... francamente, él no se sentía mucho mejor que eso.

Mew se aproximó a él con determinación y rapidez, pero aún cuando caminaba hacia el frente, seguía impidiendo que pudiera verlo. Bright se concentró tanto en esquivar el cuerpo de Mew con sus ojos que el agarre brusco y descuidado en su camisa lo tomó por sorpresa.

Te he dicho mil veces que te largues—Apretó un poco más la camisa al rededor de sus dedos—Win no está en condiciones para responder tus estúpidas preguntas.

Mew estaba enojado, y las arrugas en su frente lo hacían notar.

Es cierto que él nunca estuvo de acuerdo con Win respecto a lo que hizo, y creyó que cuando llegase el momento, él sería el primero en aceptar que se hiciera cargo de sus consecuencias, pero fue diferente cuando lo vio así tan destruído. Fue diferente cuando Win se desplomó en sus brazos pidiendo ayuda con ojos perdidos como el niño que cuidó hace dieciséis años. Realmente parecía sin fuerzas, como si... como si su alma estuviera completamente dormida, y todo por culpa del imbécil prepotente que tenía en frente.

Quería que se fuera y no perturbara más a Win con su presencia. Quería que volviera a desaparecer de sus vidas, quería... él quería golpearlo.

—Y-yo... yo hablaré con él—Dijo Win apenas respirando, impidiendo justo a tiempo que Mew estrellara el puño contra su cara.

Mew soltó la camisa empuñada en sus manos con brusquedad y giró sobre sus talones para mirar a su hermano.

—No. Tú no te sientes bien. No dejaré qu-...

—Lo haré—Afirmó interrumpiendo sus palabras.

Win no estaba mejor que antes, pero tenía que hacerlo, y le había dejado en claro a Mew muchas veces que él era un hombre adulto que podía decidir por cuenta propia, por lo que cuando miró decisivamente a su hermano, (como rectificando eso), el contrario lo dejó ir, no sin antes decirle/ordenarle que estaría cerca y que podía gritar si lo necesitaba en algún momento.

Finalmente estando solos, ellos se miraron.

Se miraron a los ojos por mucho tiempo.

Win mordió su labio inferior para que las lágrimas dejaran de salir, pero fue en vano.

Y como si sus cuerpos ignoraran la voz de mando que todos tenemos en la cabeza, ambos se acercaron un poco más.

Sus frentes casi chocan por la cercanía. Sus respiraciones eran muy sincronizadas y ninguno de los dos parecía poder dejar de llorar mientras aún se miraban.

Era tan irracional la forma en la que sucedió, que pareció automático; como si eso no dependiera de ellos... como si no lo pudieran controlar.

Fue como si no hubiera pasado ni un solo día, pero nada podía ser menos cierto, porque sí, habían pasado días, muchos... casi incontables.

Win fue el primero en desviar la mirada, aún con lágrimas en los ojos, y Bright siguió fijo en él por algún tiempo más que ninguno de los dos supo contar. Pudo haber sido mucho, o poco... lo cierto es que no dejaba de mirarlo.

—¿Por qué no me lo dijiste?—Bright se sorprendió un poco por su propia voz.

Era particularmente diferente.

Win expulsó un sonido lastimero que dio paso al llanto amargo, culpable y muy angustiado.

Creyó que podía reprimirlo, pero se equivocó.

Fácilmente, este podía ser el día en que más lloró en toda su vida. Le recordaba tanto a lo que fue hace dieciséis años que llegaba a ser perturbador.

Quería dejar de llorar, pero era desesperante para él, porque por mucho que lo intentaba, no podía.

—Y-yo lo s-siento... Lo s-siento mucho.

Bright tragó; supuso que eso tenía que llegar, pero él quería más. Necesitaba más.

—¿T-tengo un hijo?—Preguntó temeroso, a pesar de que cada parte de su cuerpo ya sabía la respuesta.

Win asintió sin palabras.

Bright desvío instantáneamente la mirada hacia la nada, para después apretar sus ojos llenos de lágrimas y morder su propio labio.

Permaneció así por algún tiempo más, ahora era él quien no paraba de llorar. Parecía la única forma de reaccionar ante una descarga de emociones tan abrumadora.

Él quizo volver a preguntar porqué, pero no había otra cosa en su mente más que eso.

Él es papá. ¡Él tiene un hijo!















[...]

Espero les siga gustando.
—Gracias por leer 💘.

Papá, ¿Qué es Brightwin? - Brightwin ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora