Recuerdos del pasado y un futuro en cuestión

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Lisa se encontraba cenando un tazón de cereal con yogur mientras disfrutaba de la serie de dibujos animados "Coraje, el perro cobarde". Terminó su cena, lavó los utensilios que había utilizado y se dirigió a la cama. Daba vueltas sin cesar; necesitaba dormirse cuanto antes para no presentarse al día siguiente con los ojos entrecerrados debido a la falta de sueño que la acechaba. Lisa sabía lo que estaba ocurriendo, o mejor dicho, lo que necesitaba. Había una energía extra que necesitaba liberar, y ya había pasado bastante tiempo desde la última vez que tuvo intimidad.

La última vez fue con una encantadora joven de Florida, y había transcurrido un buen tiempo desde su última visita a esa ciudad. En aquella ocasión, Lisa solo había planeado visitar un bar recién inaugurado. Fue en medio de la multitud en la pista de baile donde se cruzó con esa misteriosa joven. Ninguna de las dos buscaba algo serio, y en ningún momento se tomaron la molestia de intercambiar sus nombres.

Fue un encuentro fugaz, de hecho. Se encontraron entre la marabunta de personas que bailaban en la pista. La joven se acercó a Lisa después de haberle sonreído a la distancia en un par de ocasiones. Susurró algo al oído de Lisa, quien asintió con aprobación. Rápidamente, se dirigieron a la salida juntas, sin hacer demasiadas preguntas ni expectativas, dejando que la noche fluyera.

Lisa se acercó a la joven, colocando su mano en la cintura de esta última, y se dirigieron a un callejón apartado y poco iluminado que se encontraba al lado del bar. Llegaron a un rincón donde no habría intromisiones no deseadas. Lisa empujó suavemente a la chica contra la pared y pegó su cuerpo al suyo, mientras le daba besos en el cuello y luego subía a su boca.

Su erección presionaba contra la chica, un roce intenso que las excitaba cada vez más. La chica comenzó a respirar rápidamente y gemía en voz baja, tomando una de las manos de Lisa y llevándola a uno de sus pechos, indicándole que podía seguir avanzando.

Lisa no dudó un segundo y, por encima de la fina tela, masajeó esos senos con ambas manos mientras continuaba besándola. Luego, bajó sus besos a su cuello, mientras con sus manos levantaba la camisa de la chica. Esta no llevaba sujetador, lo cual agradeció, y sin más preámbulos, comenzó a dar besos y mordidas en toda la zona, mordiendo, lamiendo y chupando sus pezones hasta que la chica gimió suavemente debido al aumento de sus gemidos.

La chica empujó levemente a Lisa hacia adelante, bajando su mano hacia su entrepierna. Lisa simplemente se dejó mientras seguía atendiendo sus senos y cuello. Cuando la chica desabrochó el botón del pantalón de Lisa, esta levantó una pierna, dejándola a la altura de su cintura para posicionarse mejor en su centro y continuar con la fricción. Lisa optó por subir la corta falda de la chica hasta su cintura, buscando un contacto más directo entre sus intimidades.

Lisa tenía un pantalón delgado y su largo miembro estaba muy marcado, demandando atención de inmediato. Además, estaba rozando las húmedas bragas de la chica, lo que la excitó aún más. Sin poder aguantar más, se separaron un poco, y la chica metió la mano debajo de la camiseta de Lisa, acariciando su abdomen marcado y descendiendo hasta su entrepierna. Lisa mordió sus labios y gimió al oído de la chica.

Lisa no pudo esperar más y bajó un poco el pantalón junto con el boxer para dejar que su miembro quedara al descubierto. Casi de inmediato, su erección rozó la entrada de la chica, quien solo estaba cubierta por las finas bragas blancas que llevaba y en las que se notaba su gran excitación.

Con destreza, Lisa tomó un preservativo, se lo colocó y bajó las bragas de la chica hasta los tobillos. Luego, la giró para que mirara hacia la pared, inclinándola ligeramente hacia adelante. Comenzó a acariciar la entrada con la punta de su miembro, lubricándolo en el proceso. Hizo esto un par de veces hasta que, sin previo aviso, la penetró de una sola embestida.

— ¡Ah! mmmm, espera ¡Ah! no estoy acostumbrada a miembros tan grandes —suplicó la chica.

Lisa se sintió en el cielo, su miembro latía dentro de la apretada entrada de la chica. Sus venas se marcaban por lo erecto que estaba, y dejó pasar unos segundos antes de comenzar a moverse, dentro y fuera, embistiéndola con fuerza. No era rápido, iba lento pero profundo, tratando de llegar tan hondo como la posición se lo permitiera. Sin duda, esta chica prometía ser un buen encuentro.

— ¡Aaahh! Dios, se siente tan bien —la chica no dejaba de gemir—. ¡Más fuerte!

Lisa comenzó a aumentar un poco la velocidad pero mantuvo la misma intensidad en cada embestida. Juntó el cabello suelto de la chica y lo tiró levemente hacia atrás, mientras con la otra mano acariciaba su trasero para después darle un fuerte azote. Continuó embistiendo con fuerza, tocando los senos de la chica para luego iniciar un ritmo rápido en el que sus cuerpos chocaban con fuerza. En el callejón, solo se oían los gruñidos de Lisa y los gemidos de la desconocida. Sin duda, ambas lo estaban pasando muy bien, podía sentir la lubricación bajando por sus piernas, y Lisa sabía que estaba a punto de llegar al clímax.

— Estoy a punto —decía una sudorosa Lisa—. Ahh, se siente tan bien.

— Mmmm ¡Ah! ¡Sí! Ya casi —contestó la chica—. No te detengas, cariño.

Lisa sintió cómo las paredes de la vagina de la chica apretaban su miembro, dio unas últimas embestidas antes de correrse, empujando tan hondo como pudo. Esperó hasta que empezó a perder un poco de sensibilidad y luego salió de su interior. Retiró el condón, lo anudó y lo tiró en un basurero cercano.

La chica se agachó y tomó el miembro de Lisa en su boca, lo limpió lo mejor que pudo, dejándolo sin rastro de semen. Hizo lo que pudo para que quedara impecable, mientras se masturbaba con la mano lo que quedaba por limpiar. Cuando estuvo satisfecha, se levantó, subió el boxer de Lisa y esta procedió a guardarlo en su ropa, abrochándose el pantalón.

La chica también comenzó a ordenar su ropa. De su bolso sacó un pañuelo, limpió sus partes antes de subirse las bragas y le sonrió a Lisa, agradecida por el rápido pero excelente encuentro que compartieron.

— Sabes que no podré caminar muy bien por unos días, ¿verdad? —le dijo la chica con gracia—. Pediré un taxi antes de que empiece a doler, necesito un buen baño. —Le guiñó un ojo y le dio un fugaz beso antes de retirarse mientras caminaba de manera peculiar.

Lisa también se dirigió de regreso a su hotel, colocó sus manos en los bolsillos y encontró una tarjeta.

— Estilista profesional. Teléfono: xxxxxxxxx

Suspiró mientras arrojaba la tarjeta de presentación a la basura y continuaba su camino.

Regresando al presente, Lisa había terminado de masturbarse hace un rato, optó por tomar una ducha fría y ahora estaba durmiendo plácidamente. Le esperaban días interesantes y posiblemente otro encuentro igual de intrigante.

 

Leandro ManobanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora