Leandro Manoban

Epílogo.

Antes de empezar quiero decir que el epílogo y los extras (si quieren) son de mi total autoría, la historia finalizó por completo en el capítulo anterior, pero como note que les gustó bastante quiero regalarles algunos capitulos más, si están de acuerdo voten y comenten por favor.

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Meses después.

En la sala de partos, Leandro y Jennie experimentaban una mezcla de emoción y nerviosismo mientras esperaban la llegada de Hee-Ran Manoban Kim.

— Maldita sea, Leandro, este será mi último embarazo — gruñía Jennie, con gestos de dolor evidentes.

— Pero amor... habíamos dicho que serían 5 — decía Leo con un puchero, intentando añadir un toque ligero a la situación.

— ¡Tú no tienes los dolores! No siento mi vagina ¡Joder! — exclamaba Jennie, mezclando dolor con frustración.

— Respira, mi amor — intentaba tranquilizarla Leo, acariciando suavemente su frente.

— No me digas qué hacer, Manoban.

— Pero...

— Mejor cállate, solo dame tu mano — rogaba Jennie, buscando consuelo — Tu hija de verdad ya quiere salir.

En medio de las risas nerviosas y los comentarios cómicos para aliviar la tensión, la habitación se llenaba de emociones intensas. Los dos compartían miradas cómplices mientras esperaban el momento crucial.

— ¡Esto es como un capítulo de una telenovela! — exclamó Leandro con una sonrisa nerviosa.

— ¿Telenovela? ¡Esto es una película de acción! — respondió Jennie entre risas, aunque con un toque de agotamiento.

A medida que avanzaban las contracciones, Leandro continuaba apoyando a Jennie con gestos cariñosos y palabras reconfortantes. En un momento, la fuerza de Jennie accidentalmente apretó con fuerza la mano de Leo, resultando en una sorprendente fractura.

— ¡Ay, Amor, lo siento! — exclamó Jennie al notar la incomodidad en la expresión de su esposo.

— No te preocupes, amor, estoy bien — respondió Leo con una sonrisa forzada, ocultando el dolor.

A pesar de la lesión, Leandro se negó a que los doctores lo revisaran mientras Jennie aún estaba en trabajo de parto. Su enfoque estaba en apoyar a su esposa y estar presente en el momento crucial.

Finalmente, con una mezcla de alivio y euforia, la pequeña Hee-Ran hizo su esperado debut en el mundo.

— ¡Bienvenida, princesa! — exclamaron Leandro y Jennie, mirándose con alegría mientras sostenían a su hija.

A pesar de la fractura en la mano, Leo no dejó que el dolor interfiriera en la felicidad del momento. Fue solo después de tener a Hee-Ran en sus brazos que permitió que los médicos revisaran su mano.

— Los Héroes no usan yeso, ¿verdad? — bromeó Leo, tratando de restar importancia a la situación mientras los médicos lo atendían.

La sala de partos se llenó de risas, amor y la dulce melodía de la nueva vida que comenzaba para Leandro, Jennie y su pequeña Hee-Ran Manoban Kim.