Entre lujos y sorpresas

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Leandro estacionó su auto frente a su no tan humilde hogar. Realmente no quedaba muy lejos de la empresa familiar. Recibió un texto de su abuelo quien preguntaba si ya había recorrido todo, lo cual  Leo le respondió diciendo que en eso estaba justo ahora.

Habla mucho espacio fuera y no pudo evitar pensar en su cumpleaños, que se acercaba y la idea de invitar a sus amigos y familia ese día rondaba su mente. Saco sus llaves del bolsillo y abrió la puerta principal, en gran parte la sala se encontraba amueblada, cambiaría algunas cosas, unos cuadros y el color de cortinas, entre otras cosas. Subió las escaleras para recorrer el segundo piso, estaba un poco menos amueblado, en especial los dormitorios, el cuarto más grande si contenía una gran cama, se veía nueva, la habían instalado cuando se puso en venta.

El baño del cuarto era muy espacioso e igual de elegante que todo el resto de la propiedad, siguió recorriendo un poco más y cuando por fin termino fue a su auto y lo guardo en uno de los garajes.

Estaba muy agotado, cargo sus pocas cosas e ingreso a su cuarto, saco ropa limpia de una de sus maletas y fue con dirección al baño para tomar una ducha y poder dormir tranquilamente.

Eran las cinco y media de la mañana, su alarma comenzó a sonar despertándole y al mismo tiempo el timbre de su hogar sonó, se puso rápidamente unos pantalones y camino hacia uno de los intercomunicadores que estaban en el salón principal del segundo piso, al momento en que se preguntaba quién podía ser a esas horas.

— ¿Hola? ¿Diga?

— ¿Joven Manoban? — se escuchó a un hombre mayor del otro lado — Buenos días joven, estoy aquí con mi esposa, soy jardinero y ella cocinera, nos encargamos de mantener el hogar en orden, nos envía su abuelo. ¿Podemos pasar?

— Buenos días, claro, ya salgo a recibirlos...

Leandro lo más veloz que pudo ingreso al baño para lavar sus dientes y mojar su rostro, tomo luego una camiseta y mientras bajaba las escaleras se la ponía, salió a recibir a la pareja, quienes esperaban pacientes del otro lado de las rejas de la entrada. Les abrió las puertas y ambos ingresaron cada uno con un pequeño bolso en sus manos.

— Joven que pena molestarlo, si me permite me gustaría ingresar mi auto — decía el hombre que no pasaría de los sesenta años.

— Si por supuesto, puedes llevarlo al garaje de la parte de atrás — le contesto Leandro y el hombre asintió agradeciendo y se retiro.

— Querido mi nombre es Susan, lamento que hayamos llegado a estas horas, tu abuelo nos dará unas copias de las llaves del hogar, por lo que no tendrás que preocuparte por atendernos a estas horas la próxima vez. — dijo con una pequeña sonrisa la señora

— Oh descuide Susan, despierto a esta hora para comenzar tranquilo mi día — respondía mientras veía el carro ingresar y doblar en U para pasar a la parte de atrás de la mansión.

— Entonces imagino que no ha desayunado todavía, permítame ingresar para ponerme enseguida a trabajar — le respondió ella al momento en que entraba en el hogar.

El jardinero se acercaba con unas bolsas de compras que había bajado del carro.

— Joven mi nombre es Robert, ayer mi esposa hizo las compras que creía serían necesarias por el momento — decía este levantando sus brazos mostrando las bolsas con el logo de Walmart.

— Un gusto conocerlos a los dos, la verdad debo confesar que me alegra saber que no estaré completamente solo en este lugar. Es decir, es tan gigante para una sola persona...

— Descuide señor, se acostumbrara pronto, como vera, nosotros llegamos a las cinco y media todos los días, menos los domingos, los domingos es nuestro día de descanso. Pero solemos dejar todo preparado y listo el día anterior en casa de que necesite algo especial. Nuestro horario finaliza a las nueva y media. Tomamos cortos descansos cada cuatro horas para comer, ducharnos, etc. En su hogar el señor Jack nos dijo que cuenta con un cuarto en el primer piso, el cual aconseja que sea utilizado por nosotros, es un dormitorio con su baño y este cuarto está apartado del resto de las salas para más privacidad.

Leandro ManobanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora