Insaciables

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Los primeros rayos de luz se filtraban por la ventana principal de la casa, acariciando suavemente la piel de Jennie. Eran los primeros destellos de un domingo que despertaba tímidamente, casi a las seis de la mañana. Un murmullo de vida se expandía por la estancia, pero algo más que la luz comenzaba a inundar el ambiente.

En el interior de la casa, un sonido seco y rítmico llenaba el aire. Era como si un martillo pesado golpeara repetidamente una pared, marcando un compás que resonaba en cada rincón. Sin embargo, la velocidad de esos golpes no era lenta; al contrario, era un ritmo apasionado.

Los jadeos comenzaron a acompañar ese enérgico compás, gemidos altos y sensuales que brotaban de la voz de Jennie. Su voz era puramente ronca y delicada, una sinfonía de pasión y deseo que llenaba la casa. Los muros actuaban como confidentes silenciosos, reteniendo en su interior los suspiros y los gritos apasionados de Jennie. Ella, una peli naranja de belleza inigualable, rogaba una y otra vez, ansiando más y más.

Su cuerpo yacía boca abajo sobre el duro colchón, aferrándose al borde con la misma intensidad con la que sus emociones se desbordaban. El respaldo de la cama se estrellaba una y otra vez contra la pared, como un testigo silente de la pasión que los envolvía. La madera del mueble estaba a punto de desmoronarse por la fuerza de los embates, pero resistía, al igual que la calidad de la pasión que habían alcanzado en ese ardiente ejercicio.

La pregunta flotaba en el aire: ¿Cuál número sería? ¿La cuarta vez que se entregaban a esa pasión avasalladora, o quizás la quinta? El número ya no importaba. 

El sudor viajaba por ambos cuerpos, excitación al extremo máximo. 

— Eres consciente de que no podemos parar? no podemos evitar seguir uniéndonos una y otra vez — Decía Leo como podía, mientras penetraba sin parar la apretada entrada de Jennie. 

— ¡Ah! Cállate Lee, solo Follame, no pares nunca, ¡Ahh! — respondió como pudo la chica 

Seguramente su coño no tardaría en arder como el infierno y el pene de Leandro igual, pero esos dos ahora no podían parar, no aun. 

— ¡¡Por todos los cielos Jennie!! ¡Oh! Joder si, Hermosa, mira nada mas este culo que tienes — Jadeaba.

— ¡A-ahhh! dios Leo, sigue así!! ¡Ahh! Dios!! 

— Si pudieras ver como rebota tu culo con cada embestida Jennie. Tu ahora rosado culo — Leandro aprovecho para darle un azote en uno de sus cachetes del trasero.

— Mmmm mas, castígame mas bebe, ¡Ahh! 

Leo le dio un ultimo azote en su otra nalga, saco su pene de su coño y giro su cuerpo con facilidad, apoyo sus brazos a cada costado de ella y comenzó a besarle mientras acercaba su cadera al centro para que su miembro se bañara otra vez con los líquidos de Jennie, empujo con fuerza, lento y profundo. Besaba y exploraba su boca, ahogaba sus gemidos entre besos.

Pero entonces, se acercaba una nueva fuerte ola de placer, de calor de ambos cuerpos, podía sentirlo en como las paredes de Jennie lo apretaban. 

Dejo de besarle para hundir su cabeza en el cuello de el, paso sus brazos por detrás de su espalda larga e hizo presión con sus manos sobre sus hombros para profundizar las penetraciones que aseguraba, serian las ultimas. 

— Ay! Joder, Ah!! — los gritos cada vez eran mas altos — ¡Dios! tu jodido pene me encanta! 

— Shh — Leo con una mano tapo la boca de Jennie mientras con el otro brazo se apoyaba soportando todo su propio peso, con las ultimas fuerzas embistió a la chica, una, dos, tres veces hasta el fondo y soltó toda su esencia en el interior de la peli naranja. 

— Mmmm!! 

Jennie se movía debajo de Leo, se retorcía del placer llegando a su orgasmo, el quito su mano de su boca para después depositarle un beso, no lo profundizo, saco su pene de ella y se tiro a su lado. 

Un poco de semen comenzaba a salir del coño de Jennie, mientras ella intentaba normalizar su respiración. 

Ahora era Jennie quien con dificultad se inclinaba para besar a Leo, fueron besos cortos y caricias en su mejilla, después de eso, solo apoyo su cabeza  en su pecho. Se quedo dormida escuchando los latidos del corazón del chico, este deposito un pequeño beso en su frente, acerco unas sabanas con su brazo libre y tapo a ambos lo mejor que pudo. La ducha podía esperar, había que descansar, se lo merecían. 




















Espero les este gustando la historia, comenten jaja me siento solita :( 

Les dejo esta imagen para que mas o menos se guíen de como seria el cuerpo de nuestro Leo

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Les dejo esta imagen para que mas o menos se guíen de como seria el cuerpo de nuestro Leo. 

Un abrazo.

Leandro ManobanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora