Leandro llegaba a la mansión de sus abuelos, estacionaba el auto y al voltear se sorprendió al ver otro auto de lujo estacionado allí, junto a una de las fuentes en el gran patio delantero. Bajó, dejando ver su elegante traje, y se dirigió hacia la puerta de entrada para tocar el timbre.
Pasaron unos breves segundos, la puerta se abrió y Tom lo recibió.
— Joven Manoban, pase por favor, su familia lo está esperando ansiosa — dijo con una pequeña sonrisa amable — déjeme ocuparme de su saco, está muy cálido adentro.
Tom ayudó a Leandro a quitarse el saco y lo colgó cuidadosamente en un rincón. Regresó y acompañó al chico hasta la sala principal antes de darle espacio a la familia.
Fue entonces cuando Leandro descubrió a quién pertenecía el auto que estaba afuera: era de su padre. Ellos estaban sentados en un largo sofá de cuero blanco.
— ¡Oh, mi querido y apuesto nieto! ¡Por fin llegaste! Ven, déjame abrazarte — su abuela estaba feliz de verlo y lo abrazó durante un largo rato, con lágrimas corriendo por su rostro, muy emocionada.
— Abuela Hall, por favor, no llores. Tranquila — pasaba sus manos por su espalda — me alegra verte tan sana como siempre.
— Leandro, querido, cuando tu abuelo me contó que estuviste por aquí en la mañana, no podía creerlo.
— ¡Es cierto, no me creía! Hasta que notó que no estaba bromeando, casi se cae hacia atrás. Ahora sí me crees... — decía riendo — Toma asiento, Leo, o seguirás creciendo, muchacho — su abuelo le daba una palmada en el hombro y aprovechó para susurrarle de cerca — han llegado de sorpresa, yo tampoco los esperaba esta noche, lo siento, chico.
Su abuelo se sentó en su sillón y tomó un vaso de whisky, ignorando a su hijo, quien estaba a poca distancia.
— Hijo... — dijo en un susurro la madre de Leandro.
— Hola madre... — este se giró y la encontró allí de pie, un poco ansiosa, nerviosa, y parecía un poco torpe, como si no supiera cómo reaccionar. Leo rompió esa tensión abrazándola fuertemente.
— Te he extrañado tanto, no he sabido de ti tanto como me hubiera gustado... tu abuelo me ha puesto un poco al tanto — hablaba ella, y no tardó en responder al abrazo de su hijo, aferrándose con fuerza a él.
Se escuchó a alguien aclarar su garganta detrás de ellos. Era su padre llamando la atención, esto hizo que se separaran y Leo lo mirara fijamente. Su padre tenía una barba tupida pero prolijamente arreglada, su cabello se veía bien aunque tenía algunas canas que pasaban desapercibidas.
— Hola muchacho, bienvenido de regreso — este solo le extendió su mano, a lo que Leo respondió de inmediato. Fue un saludo firme por ambas partes, un apretón de cinco segundos.
— Padre, Madre, qué sorpresa encontrarlos. Iba a pasar a verlos mañana, pero se han adelantado — decía un serio Leo.
— Ha sido pura casualidad, cariño... — decía su abuela acercándose y acariciando su mejilla.
— Disculpen la interrupción, pero la cena está servida, señores — informaba Tom, junto a una de las cocineras de la mansión a su lado — pueden pasar al comedor antes de que la comida se enfríe.
— Muchas gracias, Tom. Pueden ir a descansar — decía amablemente el señor Jack Manoban.
Todos estaban en la mesa ahora, y mientras Jack hablaba de los negocios con Marco, su hijo, Haneul junto a Chitthip, la madre de Leo, hablaban sobre nuevos avances en las marcas de ropa que estaban llevando adelante.
— Querido, dime, ¿acaso tienes una linda muchacha en tu vida a quien pronto nos quieras presentar? — preguntaba ahora su abuela, entusiasmada por la respuesta.
— ¿Una chica? Sabes que te distraería mucho del trabajo. Ahora que vas a entrar a la empresa, debes enfocarte completamente. No tienes tiempo para eso ahora — decía su padre con seriedad, como si le estuviera dando una orden.
— Marco, hay que saber separar las cosas o llevar ambas al mismo nivel. Creo que depende mucho de cada persona. Es importante no distraerse, pero Leandro es muy capaz de llevar la empresa adelante y tener una relación al mismo tiempo — intervino su abuelo.
— ¡Dios mío! ¿Te imaginas niños corriendo por este lugar? Pequeños y apuestos, sanos, fuertes e inteligentes como Leo... — decía emocionada Haneul, y solo con pensarlo se ponía feliz, siguió cenando con una sonrisa de felicidad.
— Hijo, entonces cuéntanos... ¿acaso hay alguien especial para ti? — ahora era su madre quien continuaba con el tema.
Leandro miró a su madre, quien tenía un rostro sereno, solo transmitía tranquilidad en ese momento. Luego observó a su padre, quien ignoraba por completo la pregunta de su esposa, pero en su interior deseaba que su hijo no estuviera perdiendo el tiempo con mujeres cuando podría ganar dinero sin otras preocupaciones en su mente. Su abuelo cenaba tranquilamente y luego levantó la vista para enfocarse en su nieto.
— Bueno, familia, sí hay alguien — respiró con calma antes de hablar —. Se llama Jennie y podría ser toda una modelo, solo que aún no la han descubierto — Leo soltó eso, al tiempo que en su mente tenía el rostro de la pelirroja y por primera vez fue consciente de que le gustaba no solo para pasar el rato, sino que podría gustarle toda la vida.
Regalito... Sigan bajando.
No olviden votar por favor.
ESTÁS LEYENDO
Leandro Manoban
FanfictionLisa, una joven de 23 años intersexual, comienza un cambio en su vida para sentirse libre, a esto se le suma conocer a Jennie, la chica que le robaría el aliento. Advertenciass. +18 Contenido sexual alto GIP