¿Esta pasando?

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— ¿Puedo invitar a Jimy? — preguntaba Jungkook a su amiga mientras ella disfrutaba del sol en la piscina.

— ¿Jimy? ¿Y quién es ese? — respondía ella mientras sacaba algunas bebidas y las colocaba en una gran hielera que habían dejado cerca de una mesa.

— Lánzame una lata de cerveza, por favor. Me está dando calor; este clima está siendo impredecible... — suspiraba —. Gafas, pecas y camisas a cuadros... ¿no lo recuerdas?

— ¿De la universidad? ¿Acaso ustedes se frecuentan? ¿Son amigos? — preguntaba Rose confundida, lanzándole una cerveza al chico.

— Hemos mantenido el contacto y a veces nos hemos reunido para intercambiar opiniones sobre algunas editoriales y trabajos que hemos tenido que compartir... en fin, le hará bien salir un poco y conocer a más gente.

En ese momento, Leandro salía afuera después de ducharse. Se había arreglado, no llevaba traje, pero se veía muy bien. Eran casi las ocho de la noche y las invitadas podían llegar en cualquier momento.

— De acuerdo, invítalo si quieres, pero no estaré obligada a socializar con él si no me cae bien — respondía Rose a su amigo.

— ¿De qué hablan ustedes dos? — preguntaba Leo mientras se peinaba hacia atrás el cabello.

— Pff, ya te enterarás después, Leo. ¿Cómo haces para cambiar el color de tus ojos de esa forma? — respondía Rose.

— Pues me preguntas algo que yo no sé; simplemente sucede. A veces es por la luz, el clima, otras veces tiene que ver con mis emociones. Pasan de gris oscuro a verde agua, casi azul — decía él sin darle mucha importancia.

— Deja de alardear, lo que pasa es que ya estás emocionado porque llegará tu futura esposa — le decía Kook jugando, casi salpicándole con agua de un manotazo.

— Calla y sal del agua. ¿Quieres mostrar tus abdominales a las chicas? Luego me dices que yo me creo mucho — contestaba Leo riendo.

— ¿Alguien puede ayudarme y llamar para pedir pizzas? En cualquier momento llegarán. Mientras tanto, iré a cambiarme... — anunciaba Rose.

— Ahora mismo llamo, tranquila — dijo Leo ocupándose de hacer el pedido de unas cajas de pizza, más vale que sobre a que falte.

— Vale, yo iré a ponerme ropa seca y pondré algo de música — dijo finalmente el pelinegro en la piscina.

Pasaron unos quince minutos cuando las pizzas llegaron y otros cinco minutos cuando llegaron las chicas. El ambiente se llenó de risas y música, creando una noche perfecta para disfrutar entre amigos.

— ¿Alguien en casa? — gritó Jisoo acercándose con sus amigas.

— ¡Pasen, pasen! ¡Aquí estamos! — decía Rose mientras se levantaba para saludar al grupo de amigas.

Leandro también saludó a Irene y Jisoo para luego dirigir su mirada hacia Jennie, quien lucía bellísima. Estaban uno frente al otro y Leo no pudo hacer más que tomarle las manos y besarlas.

— Luces muy preciosa, como siempre — dijo él, realmente perdido en ella.

— Gracias Leo, tú estás muy guapo — le contestó ella y le regaló una hermosa sonrisa.

— ¿Cómo te ha ido hoy en el trabajo? — preguntó Leo caminando ambos lentamente hacia el resto del grupo que se ubicaba en una larga mesa en el patio.

— Me ha ido bien, fueron muchos clientes hoy y las horas se me hacían eternas — contaba ella —. ¿Y tu día, qué tal?

— Pues agradable, no me quejo. He estado estudiando unos cuantos papeles para ponerme al día con el trabajo, y para ser sincero, he pensado mucho en ti — Leo había tomado la mano de Jennie durante todo el trayecto hasta la mesa donde estaba el grupo.

Leandro ManobanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora