Sorpresas y emociones.

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— Espera un momento, yo no te conozco — dijo Jennie, soltándose del leve agarre que Leo tenía en su cintura, apenas habían cruzado la salida del club. — Agradezco que te hayas interesado en preguntar cómo estoy, pero no necesito que me escoltes.

— Perdona, pero no creo que sea una buena idea que regreses allí dentro — respondió Leo al instante, estudiando las expresiones de Jennie.

— Pues yo creo que no hay problema. Un tipo le dio un buen golpe que lo debe haber dejado aturdido, así que con tu permiso — dijo, y se dirigió hacia la entrada del club nuevamente.

— Disculpe, señorita, pero ya no se permiten más ingresos. Son pasadas las 3:00 AM — le informó el guardia de seguridad que se encontraba en la puerta.

— ¡No puedo creerlo! — Jennie tomó su celular de su bolso para intentar llamar a sus amigas.

— Jisoo me pidió que te lleve a casa. Sé que no nos conocemos, pero me llamo Leandro, puedes decirme Leo.

— Pues Jisoo es una descarada cuando quiere y no me contesta el teléfono — dijo, llevándose la mano a la frente, mostrando signos de nerviosismo.

— Están demorando dentro y están seguramente hablando con seguridad. Mira, cuando ese tipo salga en cualquier momento, porque lo hará, lo echarán y tratará de pelear afuera. Fui yo quien le dio ese golpe.

— Es un imbécil, lo odio — gritó Jennie, y luego se acercó al borde de la calle para intentar detener un taxi.

— Oye, ¿no vas a decirme cómo te llamas? — preguntó curioso Leo.

— Jennie — le respondió secamente. Estaba enojada, y aunque Leo no tenía la culpa, no podía evitar su mal humor.

— Bueno, Jennie, vamos. Te llevaré a casa. Sube, por favor — dijo mientras abría la puerta del copiloto.

Jennie solo lo miró y luego observó el coche. Luego volvió a mirar a Leandro y pensó que era realmente guapo. Su amiga podría haberse referido a él como el candidato que había encontrado esa noche.

No dijo nada y se acercó al coche.

— Gracias, Jennie — le dijo Leo, sonriéndole amablemente. Cerró su puerta, dio la vuelta y se sentó en el asiento del conductor.

— Bien... ¿hacia dónde vamos? — preguntó.

— ¡Oh, claro, qué tonta! Déjame buscar en tu GPS la dirección... — introdujo el nombre y número de su calle en la pantalla del automóvil y no dijo nada más. Simplemente apoyó su cabeza contra la ventana de la puerta mientras Leo conducía.

Jennie tenía un lío en su cabeza. Definitivamente, toda su relación se había ido a la basura; Taehyung le había sido infiel, y no sabía desde cuánto tiempo. Ahora estaba volviendo a casa con un desconocido muy guapo que la había defendido y ahora la cuidaba.

Durante sus pensamientos, movió su vista a la mano de Leandro que estaba sobre el volante; estaba un poco lastimada e hinchada. Debió haber golpeado muy fuerte a Tae. Se preguntaba si le habría roto la nariz o le habría dejado un ojo morado. Se quedaría con la duda, pero no quería volver a verlo en su vida.

— Creo que es aquí — dijo Leo en voz baja, mirando la casa de color crema con un frente de rejas negras.

— Sí, es aquí... muchas gracias por traerme — Jennie se bajó del coche y caminó hacia su hogar. Pero a punto de llegar, se dio la vuelta y regresó. Golpeó la ventanilla de Leo y este bajó la misma.

— Quizás tenga hielo para esa mano. ¿Quieres pasar? — le preguntó.

...

...

Leandro ManobanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora