P r ó l o g o

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La primera vez que Tay vió a Vegas le pareció una persona muy intimidante y reservada, también muy apuesto, no podía negar que el hombre poseía una notable belleza.

Era uno de los primeros días de invierno y en el que parecía que la lluvia no se detendría en un buen rato por lo que a Vegas no le quedó de otra más que quedarse dentro de la cafetería a la que acostumbraba ir luego de su jornada laboral. Por supuesto que tenía auto pero dá la casualidad de que cuando decidió dejarlo en el estacionamiento mientras iba rápidamente a comprar su café habitual la lluvia comenzó a caer repentinamente y con intensidad justo cuando estaba ordenando su bebida al chico en el mostrador, quien debería ser un nuevo empleado ya que era la primera vez que lo veía en el lugar.

Era un joven muy amable aunque parecía nervioso, sin embargo no dejó de sonreírle.

—Puede tomar asiento y yo le llevaré su café —ofreció sonriente y Vegas asintió con un gesto serio.

No es que él no fuera amable, simplemente no le gustaba sonreírle a todo el mundo, algo por lo que su padre siempre le llamaba la atención, pero él no hacía caso.

—Que lo disfrute —dijo el muchacho que lo atendió minutos antes mientras ponía la taza de café sobre la mesa que Vegas había escogido, una junto a la ventana, así se daría cuenta cuando la lluvia disminuyera.

—Gracias.

Tay pensó que si le sonreía al hombre este dejaría su semblante serio que lo ponía tan nervioso, no quería sentirse así en su primer día, después de todo adoraba su empleo y no quería cometer ningún error apenas iniciando.

Pero el hombre no cambió su expresión ni siquiera cuando le agradeció su servicio antes de retirarse del lugar luego de haber esperado casi una hora hasta que la lluvia se convirtiera en una simple brisa.

"Creí que no se iría nunca"

Se dijo mentalmente cuando el joven había desaparecido de su vista.

Pero el asunto no terminaba ahí, después de una semana trabajando en el lugar se dió cuenta de que era un cliente habitual y siempre llegaba a la misma hora. Comprendió que él simplemente era así: serio.

Sin imaginar que en un futuro obtendría mucho más.

Su historia de amor no fué como en las novelas, amor a primera vista y todo eso. Comenzó con algunas sonrisas de parte de Tay, muchos intentos de comenzar una conversación con él y un acontecimiento un poco vergonzoso.

Tay se había quedado pensando en que una persona tenía que sonreír todos los días al menos una vez, no creía que el muchacho fuera tan serio todo el tiempo, de repente le entró el deseo de aunque sea una vez, verlo formar una sonrisa por lo que decidido a lograrlo comenzó a ser más amigable con él, darle un elogio sobre su vestuario de vez en cuando aunque él siempre vistiera con trajes oscuros y lo único que cambiaba era el color de su corbata, pero el cliente sólo decía un gracias tan cortante.

Hasta que un día, uno de esos en los que sientes que nada te está saliendo bien, ocurrió algo inesperado.

Tay estaba de mal humor porque su vecino había tenido una ruidosa fiesta la noche anterior impidiéndole descansar, causando que se quedara dormido y llegara tarde a su trabajo en donde su jefe le dijo que no le pagaría la hora y media que se había retrasado. Estaba tan sensible que en más de una ocasión le respondió de mala manera a su compañero, un chico muy animado y bromista que lo estaba capacitando.

—Aquí está el Latte de la mesa tres —le dijo Porsche (su compañero), mientras colocaba la taza sobre el mostrador.

Tay miró en dirección a la mesa mencionada y vió que el cliente amargado era quien la ocupaba.

Lo que me faltaba. Se dijo mentalmente y tomó la taza con un poco de brusquedad. No tenía ánimos para interactuar con él así que se dijo que simplemente dejaría la taza y volvería a sus quehaceres. Pero mientras iba caminando no se fijó del café que estaba derramado en el piso y se resbaló, se aferró con fuerza al plato de porcelana en sus manos como si eso fuera a impedir que la taza se moviera, la que por el brusco movimiento dió vuelta y el café fué a caer sobre la mesa donde estaba Vegas, salpicando su blanca y fina camisa, dejando unas notorias manchitas de café.

Afortunadamente no se había caído pero no sabía en dónde meter la cabeza para ocultar la inmensa vergüenza que sentía en ese momento así que lo primero que hizo fué cerrar los ojos aún con el platito de porcelana en sus manos, esperando el momento en que el hombre se pusiera de pie y comenzara a reclamarle su idiotez. Pero sorprendentemente eso no sucedió, lo primero que escuchó Tay fué una carcajada haciéndolo abrir los ojos inmediatamente.

Y entonces lo vió.

La boca de Vegas estaba entreabierta, riéndose mientras se pasaba un pañuelo sobre su camisa estropeada.

¡Se estaba riendo!

Siempre quiso verlo sonreír aunque sea una vez y ahora que lo miraba riendose con autenticidad algo dentro de él se encendió, no estaba seguro de qué, pero sin duda le había hecho sentir algo extraño en su corazón.

Bastó ese gracioso y vergonzoso momento para que Vegas accediera a interactuar más con el chico, dándose cuenta de lo entretenido y amigable que era. Por supuesto que conocerlo más y convivir con él fuera de su lugar de trabajo no estaba en sus planes, sin embargo no pudo evitar sentirse cómodo con él por lo que una amistad fué sólo el inicio de todo lo que vendría después para ellos.

Se enamoró, no sabía cómo ni cuándo ocurrió, pero Vegas se enamoró perdidamente de él.















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¡He aquí el prólogo!

Una pequeña introducción a la historia, ¿Cuando empieza? Aún no lo sé ya que había mencionado que me tomaría un descanso, pero si la agregan a sus bibliotecas se enterarán de la publicación del primer capítulo 👀

Desde ya les agradezco por la oportunidad que le están dando, espero que les guste mucho 💌

Bye!

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