1. L u n c h

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La habitación de Tay estaba hecha un desastre esa mañana, normalmente no se esmera tanto en tener un buen vestuario pero ese día era diferente: iba a conocer a la familia de Vegas.

El mayor le dijo en varias ocasiones que deseaba que su familia lo conociera ya que él realmente iba en serio con su relación, por lo tanto, era muy importante para él que su pareja y su familia tuvieran una relación amistosa. Después de tanto mencionarlo durante un año y medio de relación finalmente llegó el día y Tay no podía sentirse más nervioso. Sabía que la familia de Vegas era pequeña, muy pequeña de hecho, sólo estaba conformada por el padre de Vegas (el fundador de la empresa donde su novio trabajaba), un hermano menor y por supuesto Vegas.

Pero a pesar de ser muy pocos se sentía realmente nervioso y podría decir que un poquito asustado, Vegas pertenecía a una familia muy influyente y reconocida en el mundo de los negocios por lo que su padre le resultaba intimidante aún cuando ni siquiera lo había visto. Su novio le decía que ya les había hablado sobre él en varias ocasiones y que ellos estaban deseosos de conocerlo, eso le daba un poco más de confianza.

Sabía que iba a ser un almuerzo informal en casa de Vegas y según lo que le dijo, al aire libre, por lo que optó por ponerse sus jeans más nuevos que tenía (los cuales Vegas le compró) y una playera ligera de color azul, lo acompañó con algunos accesorios (que también le compró Vegas) y unos zapatos de una marca muy conocida (que también... Mejor dicho, el noventa por ciento de lo que había en su clóset fué comprado por su novio).

—Hola —saludó cuando subió al automóvil de Vegas, quien primero lo miró de arriba a abajo con rapidez y finalmente sonrió.

—¿Cómo estás?

Tay se inclinó hacia él y dejó un tierno beso sobre sus labios.

—Bien, un poco nervioso, pero bien —dijo acomodándose en el asiento del copiloto para después ponerse el cinturón.

—Tranquilo, verás que todo saldrá bien.

El trayecto hasta la casa de Vegas tardó unos cuarenta y cinco minutos teniendo en cuenta el ligero tránsito vehicular que había en la ciudad a esa hora. Su casa estaba ubicada en una de las zonas más privadas y lujosas de Bangkok, cuando entraron al vecindario Tay veía que cada casa parecía más lujosa que la anterior, y entonces se sintió fuera de lugar.

Cuando inició su relación con Vegas sabía que en algunas ocasiones eso pasaría ya que pertenecían a mundos diferentes, Tay trabajaba medio día y estudiaba durante la otra mitad, Vegas trabajaba desde donde él quisiera sin preocuparse si a fin de mes su pago sería el suficiente para solventar sus gastos. Sabía que aunque fuera su pareja y la persona a quien amaba con locura, no podría acompañarlo a esas cenas tan elegantes a las que Vegas asistía con frecuencia, acompañarlo en las celebraciones de sus nuevos proyectos, a esas subastas donde tenían objetos carísimos que él ni siquiera con su sueldo de seis meses podría pagar.

En cierta parte agradecía no tener que hacerlo porque no estaba seguro de poder soportar tanta humillación indirecta, él no era igual a la gente que asistía a esos compromisos, no tenía propiedades que presumir, no asistía a ningún club deportivo, no tenía el auto de último modelo ¡Ni siquiera tenía uno! Y sobre todo, no tenía el mismo porte que ellos. Las personas con las que Vegas convivía eran personas muy cultas, con mentes empresariales e incluso un vocabulario muy distinguido, lo sabía porque en una ocasión lo acompañó a una cena informal aunque de informal no tenía nada porque todos vestían con sus refinados trajes y bebían un vino carísimo.

Desde entonces no quiso volver a asistir aunque Vegas siempre se lo pidiera sabiendo cuál sería su respuesta: No.

—Todo estará bien —le dijo Vegas antes de abrir la puerta de la casa.

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