3. P a r t n e r

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Cuando su padre lo llamó informándole sobre una importantísima cena, no le hizo saber con quién aunque eso era lo de menos para Vegas, lo que le preocupaba era no llegar a tiempo y así evitar reclamos de su padre, y es que precisamente ese día tenía agendadas varias reuniones que habían sido aplazadas.

Vegas pasó el día entero de reunión y reunión que apenas tuvo tiempo de comer algo, aprovechando ese corto tiempo le hizo una breve llamada a Tay para informarle su cambio de planes. Era muy común por parte de Vegas cancelar algún compromiso con el chico debido a su trabajo, y algo que le gustaba de él es que nunca le reprochaba porque lo entendía perfectamente. Si bien al principio le pareció una persona muy irritante, cuando se tomó el tiempo de conocerlo mejor se dió cuenta de que era un joven muy divertido y agradable, hablaba y hablaba sobre cosas que sólo él entendía pero a Vegas le gustaba ver cómo se le iluminaban los ojos cada vez que le platicaba sobre algo que le gustaba o una anécdota acerca de su día en el trabajo.

Vegas prefería escucharlo y no hablar sobre él, su vida era distinta y sus actividades también. No podía hablarle sobre sus amigos en el club deportivo al que asistía los sábados porque no entendería nada de lo que dijera, no hablaba sobre su trabajo porque seguramente las estadísticas lo aburrirían, y no hablaba sobre su día porque para Tay sus problemas parecían ridículos comparados con los de él, por ejemplo esa misma mañana su auto no quiso funcionar así que tuvo que usar otro de sus autos para llegar a tiempo a la primera reunión.

—Joven Vegas —saludó el mayordomo al verlo entrar a la casa —su padre está esperándolo en la sala de estar.

—Muchas gracias.

Sin más que decir, caminó hacia la habitación indicada que estaba a una corta distancia de la entrada principal, mientras se iba acercando alcanzó a escuchar la voz muy animada de  su padre lo que le indicaba que sus invitados ya estaban ahí. Se llevó las manos a la corbata con la intención de enderezarla cuando una segunda voz masculina llamó su atención, sonaba tan serena pero firme al mismo tiempo y cuando finalmente entró en la habitación lo primero que ocurrió es que se encontró con la mirada de un muchacho que desconocía totalmente, al menos hasta que los presentaran y extrañamente estaba impaciente por eso.

A pesar de que su mirada era algo dominante, sus ojos marrones brillaban, quizá por el reflejo de la luz o simplemente ya eran así pero sus ojos eran brillantes y lo estaban viendo a él. No supo cuánto tiempo pasó, pero se sintió largo ya que incluso tuvo la oportunidad de captar el más mínimo detalle de sus ojos, sabía que jamás los olvidaría.

—¡Vegas! Estábamos esperándote —habló su padre y con dificultad llevó su mirada a él.

—Padre —saludó —lamento la tardanza, mi última reunión se alargó un poco.

Caminó unos pasos más y se paró frente a los invitados quienes ya estaban de pie, listos para saludarlo. Cuando miró al señor frente a él lo reconoció ya que justamente el día anterior su padre le habló de él.

—¡Señor Phongsakorn! Qué gusto verlo —dijo con una sonrisa mientras estrechaban sus manos.

—¡Pero si el gusto es mío! Mírate nada más, no te veía desde que tomaste el puesto de tu padre, eres todo un empresario ahora.

—Trato de dar lo mejor de mi.

—Eso sin duda —sonrió —¡Déjame presentarte a mi hijo! Ya se conocían antes pero eran muy jóvenes.

—¡Unos niños! —agregó Kan entre risas.

—¿Si? —dijo Vegas, llevando su mirada de nuevo al joven.

—Por supuesto que no recuerdan, apenas tenían tres y cuatro años —rió de nuevo —él es Pete, mi único hijo.

El señor se hizo a un lado dejándolos frente a frente. Vegas extendió su mano y le sonrió amablemente al joven, ahora que lo tenía más cerca se fijó en todo su rostro: su piel era blanca casi como la leche y sus labios de un color rojizo, además de sus ojos, lo que le llamó la atención fué su cabello negro que le quedaba de maravilla.

H e a t h e rDonde viven las historias. Descúbrelo ahora