11. T h r e a t

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Unos días después de la cena, Vegas continuó comportándose de manera extraña con Pete. Rara vez lo miraba a los ojos, sus conversaciones se convirtieron en un incómodo intercambio de unas cuantas palabras y Vegas comenzaba a cancelar algunas de sus citas.

<<Envía los documentos a mi correo>> eran las palabras más comunes que escuchaba de él últimamente y Pete no comprendía qué había sucedido para que su actitud haya cambiado tan repentinamente. Comenzaba a pensar que tal vez cometió un error y eso lo tenía molesto o que pudo haber dicho algo que no fué de su agrado, la cuestión es que no tenía idea de qué pudo haber sido y comenzaba a preocuparse.

—¿Señor? —habló Porsche desde la puerta de su oficina.

Pete apartó la vista de la ventana y miró al chico con atención, pero algo en él estaba raro, parecía nervioso.

—Hay alguien que pide verlo...

La mirada de Porsche no podía negar su preocupación y eso lo hizo preocuparse también.

—¿Quién?

—Es... Es mi... Quiero decir...

—Sólo dilo, Porsche.

—Es Tay, mi compañero de casa.

Pete frunció el entrecejo y se preguntó el porqué de tan desagradable visita, sin duda tenía que atenderlo.

—Muy bien, hazlo pasar entonces.

—Sí, Señor.

El moreno asintió y dió la vuelta para salir de la habitación, dejando a su jefe acomodándose en la silla y enderezando su postura. Un par de minutos después, el muchacho de cabello castaño entró a su oficina con un aire de superioridad, vistiendo lo que según él creyó "su mejor atuendo" cuando simplemente estaba usando una chaqueta semi formal.

—Tay, qué sorpresa verte por aquí.

—Planeaba venir ayer pero, estuve muy "ocupado" con mi novio —respondió mientras tomaba asiento frente al pelinegro.

—Ah, veo que las cosas entre ustedes se solucionaron —sonrió —últimamente discuten mucho ¿no?

—Si —dijo mirándolo a los ojos —Verás, hay una piedrita en el zapato que es muy díficil de sacar.

Pete comprendió inmediatamente a lo que él chico se refería y soltó una risa burlona, ladeó un poco la cabeza y también lo miró fijamente a los ojos sin pestañear logrando que después de unos segundos Tay bajara la vista al suelo, notó como su garganta se movió indicando que tragó saliva y volvió a mirarlo, aunque ya no podía sostenerle la mirada a Pete porque después de mirarlo por unos segundos posaba su vista en algún objeto de la habitación, comenzaba a mostrarse un poco nervioso y entonces Pete supo que ese era su momento de molestarlo.

—Tal vez alguien debería cambiar de zapato.

Tay levantó la vista y vió como Pete encogía los hombros.

—Sólo dilo —ordenó Pete.

—Te gusta Vegas ¿No es así? He visto cómo lo miras, cómo le hablas y cómo le sonríes, no inten...

—Me gusta —confirmó —ni siquiera tenía la intención de negarlo si es lo que ibas a decir.

Tay no estaba preparado para escuchar el <<Sí>> de Pete ante su pregunta, pensó que el chico intentaría negarlo para seguir con su imagen de mosquita muerta pero lo que no sabía es que a Pete no le importaba que lo supieran, después de todo era más que obvio.

Al principio pensó que lo que sentía era admiración, pero después de pasar casi todos los días de la semana junto a Vegas durante casi un mes conoció quién era en realidad: alguien muy inteligente, detallista, agradable, perseverante y ambicioso. Con el paso de los días Pete se sentía como un perrito que sacudía su cola al ver a su dueño cuando se encontraba con Vegas, le gustaba que le hablara de sus sentimientos y sus metas, de las cosas que le gustaban y de las que no, simplemente le gustaba tenerlo cerca y en el momento en que escogió seguir con el proyecto junto a él supo que Vegas le gustaba, le gustaba mucho, y a Pete le gustaba que Vegas le gustara.

—¿Por qué él? Puedes tener a quien tú desees... —dijo Tay con molestia —...pero no a Vegas, él es mío.

El pelinegro entrecerró los ojos y se cruzó de brazos.

—¿Por qué te gusta? —le preguntó a Tay, quien se quedó inmóvil al escucharlo.

—¿Qué?

—¿Por qué te gusta Vegas? Yo también quiero saberlo.

—Pues... Porque, porque es lindo, porque siempre está para mí, porque me apoya y me consuela cuando lo necesito.

—Y porque es guapo y tiene mucho dinero —sugirió.

—Bueno...

Pete se rió y negó con la cabeza.

—Me gusta porque es una persona muy trabajadora, con metas en su vida, con pasiones que lo hacen ser él mismo, me gusta porque además de ser atractivo es tan divertido, inteligente, simpático. Vegas es una persona que trabaja duro por lo que desea, y tienes razón, él siempre le dá ánimos a quien  lo necesita, siempre motiva a los demás a cumplir sus sueños y los apoya y por eso Vegas merece a alguien que haga lo mismo por él. La única razón por la que lo quieres es porque él siempre está para ti, tú mismo lo acabas de decir, pero dime una cosa Tay ¿Has estado para él? Por supuesto que no, lo único que te importa es que Vegas esté siempre arrastrandose por ti y eso te hace sentir bien, te gusta que él te ruegue porque es la única manera en la que te sientes importante.

El castaño estuvo a punto de responder pero se arrepintió en el momento en que sintió un nudo en la garganta.

—Te gusta ser la víctima —continuó Pete —"miren al pobre Tay, vive en un apartamento de cuarta y tiene un trabajo miserable ¡Pobrecito! La familia de su novio no lo acepta y eso le rompe el corazón, él no lo merece, es un buen chico, pero no se preocupen porque tiene a su novio en la palma de su mano"—se burló con la voz chillona —cómo te atreves a venir y tratar de enfrentarme, no creas que no sé lo mal que hablas sobre mi y a decir verdad ni siquiera me importa, pero quiero que tengas muy claro una cosa, Tay...

Pete se acercó unos centímetros y continuó mirándolo fijamente.

—...Sabes perfectamente que puedo arrebatarte todo sin ningún esfuerzo así que te recomiendo estar al pendiente, en cualquier momento puedo decidirme en conseguir a Vegas, y yo jamás pierdo.

—Todos tenemos una primera vez —habló finalmente Tay.

—Aún no para mí, pero para ti no debe ser nada nuevo perder.

—No esta vez.

—Ya lo veremos.

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