8. B o s s

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Las palabras de Pete quedaron rondando en la mente de Tay durante los siguientes días, más aún que estaba solo, Porsche se había ido de viaje con su jefe a nada más ni nada menos que Francia.

Cuando su amigo le dió la noticia no pudo evitar pensar en porqué, ¿Por qué todos parecían prosperar excepto él? Dos de sus compañeros de trabajo habían sido ascendidos y en la universidad cuatro de sus compañeros consiguieron un intercambio escolar a Estados Unidos ¡Su suerte no podía estar peor! Pero de nuevo fué sorprendido con que su novio también tenía que hacer un viaje de negocios a Corea del Sur y no regresaría hasta dentro de tres días y cuando le preguntó si Pete iba con él casualmente la línea empezó a fallar haciendo que la llamada se cortara.

Lo que lo hizo imaginarse cientos de escenarios donde ellos pasaban el tiempo juntos lejos de él, saliendo a pasear y conociéndose mucho más. Pete podía engañar a los demás con su disfraz de oveja pero no a él, Tay había visto al verdadero lobo y no permitiría que se saliera con la suya.

—Tengo que dejarle en claro quién soy —se dijo a si mismo mientras observaba su reflejo en el baño de su casa.

Tenía que hacerle saber a Pete que Vegas lo había escogido a él y que siempre lo haría, que no tenía ni la más mínima posibilidad de quitárselo. Pete podría ser sumamente hermoso, educado y con el bolsillo lleno pero Vegas lo amaba a él, estaba seguro de eso y se lo demostraría haciendo quedar mal a Pete frente a Vegas y entonces vería como Vegas corre a sus brazos a defenderlo.

—Comienzo a cansarme de ti, Pete.







Dos días después de tomar su decisión, mientras desayunaba una taza de cereal en la sala de estar vió cómo la puerta del apartamento se abrió repentinamente dejando ver a su amigo con sus maletas en mano.

Bonjour! —saludó Porsche con una inmensa sonrisa.

Tay evitó no poner los ojos en blanco y fingió alegría mientras se ponía de pie y se acercaba a él para saludarlo.

—¡Porsche!

Le dió un cálido abrazo sin dejar de sonreír pero dicho gesto se borró de su rostro al ver a la persona parada detrás de ellos, su rostro palideció y su boca era incapaz de formular una palabra. Porsche sintió la tensión en el cuerpo de su amigo y se separó, fué entonces que se dió cuenta del motivo de su sorpresa.

—¡Oh! Tay, te quiero presentar a mi jefe —dijo el moreno con emoción —Te presento a Pete Phongsakorn, modelo y empresario exitoso con el cual tengo la dicha de trabajar.

—Vaya vaya —sonrió Pete burlón —pero qué pequeño es el mundo.

—¿Se conocen? —cuestionó Porsche, realmente sorprendido.

—Por supuesto, tuve la oportunidad de conocerlo hace unos días —respondió con amabilidad —mi familia y la familia de su novio son excelentes amigos, nos conocimos en el hipódromo ¿No es así?

Porsche sintió que tenía la boca demasiado abierta, así que la cerró de golpe y miró a su amigo, luego a su jefe, y después otra vez a su amigo sin poder creer lo que estaba sucediendo. El sentimiento de culpa y arrepentimiento lo golpearon con fuerza al recordar todas las veces que maldijo al chico que estaba causándole inseguridad a su amigo sin tener ni idea de que se trataba de su jefe, la persona que lo había tratado con tanta amabilidad y cariño desde el primer día que se conocieron, quien le estaba ofreciendo oportunidades de desarrollo personal y laboral, quien lo motivaba cada día a dar lo mejor de él y lo apoyaba.

Era imposible que fueran la misma persona, tal vez Tay estaba exagerando todo sólo porque no le agradaba y estaba celoso, después de todo conocía a su amigo y sabía que era un poco dramático.

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