get him back?

15 4 16
                                    

—Ame... —traté de despertarla con suavidad cuando Noah aparcó frente a mi casa. Su pecho subía y bajaba despacio y acompasadamente, estaba tan tranquila por fin que decidí esperar un poco más a ver si se despertaba por su cuenta.

Respiré hondo, recosté la cabeza en el respaldo y me relajé yo también. Noah se encontraba igual que yo y le pude sentir mirándome fijamente por el retrovisor.

—¿Cómo te ha ido? —le pregunté con voz adormilada. Él suspiró y se tomó unos segundos para responder.

—No... digamos que no ha sido mi mejor día.

Yo hasta ese momento había dado por hecho que lo había hecho bien, como siempre, y aunque seguro que esta vez no había sido muy distinto me preocupé bastante.

—¿Qué ha pasado? Cuéntame.

—He perdido la oportunidad —dijo con la voz más fría y rota que le había escuchado hasta entonces. Me devolvió la mirada a través del reflejo del espejo y pude ver sus ojos marrones brillantes por las lágrimas que ya amenazaban por derramarse.

Me incorporé para acariciarle el hombro en un intento de consuelo poco eficaz ya que Noah seguía con la mirada clavada en el frente con la mandíbula apretada. 

—Eh, mírame —le dije en voz baja tratando de girar su cabeza hacia mí con la mano apoyada en su mejilla izquierda. Al ver que no cedía hice un poco más de fuerza y repetí—. Mírame, Noah —casi sonó como una súplica.

Finalmente cedió y me miró tras respirar hondo, exasperado o tal vez incluso enfadado pero sabía que no conmigo, justo cuando la primera lágrima rebasó el lagrimal y me dirigía una mirada cargada de una nube de tristeza, rabia y ansiedad que realmente me asustaría de no saber que le pertenece a él. Por unos segundos yo tampoco pude decir nada, lo que le hizo apretar los labios en una fina línea queriéndome decir: Ves, ¿ves cómo estoy destrozado? ¿Que ni siquiera tú puedes ayudarme? 

—Cuéntamelo, por favor. Estoy preocupada por ti —me obligué a decir.

Rio, irónico, y pude sentir su respiración sobre mi cara ya que estaba a centímetros de la suya antes de que respondiese:

—Quien me ha hecho la prueba ha sido mi padre —cayó y volvió a mirar al frente. Entonces caí en la cuenta de que nunca me había hablado de ese hombre cuando normalmente es de lo primero sobre lo que se habla en una relación.

—Sabes que me puedes contar todo, ¿no? —no dio señal alguna de haberme escuchado así que repetí esta vez más alto: —Lo sabes, ¿verdad?

Volví la vista un momento para asegurarme de que no había despertado a Amelia y al volver a mirar a Noah me encontré con que por fin me miraba. Salí del coche, aún con sus ojos extrañados sobre mí, para volver a sentarme esta vez en la parte delantera junto a él. Durante unos segundos simplemente estuvimos mirándonos en silencio en los que sentí que el mundo se paralizaba, que mi mundo se paralizaba al verlo sí de destrozado. Me incliné despacio y rodeé su cuello con mis brazos en un abrazo dejándole que apoyase su frente sobre mi hombro.

Al poco su respiración si tornó agitada y pude escuchar el llanto cerca de mi oído y las lágrimas empapar mi camiseta. Entonces le acaricié el pelo y me aferré más a él para que supiera que yo le estaba protegiendo aunque el llanto no cesaba. Pronto se convirtió en una respiración más rápida y agitada de lo normal, le sostuve la mano y sentí sus dedos temblorosos aferrarse a los míos. Estaba sufriendo un ataque de ansiedad.

Puse mis manos sobre sus hombros y le obligué a separarse de mí con suavidad aunque al principio se resistía, rodeando mi cuerpo con sus brazos. En cuanto lo hizo giró la cabeza hacia el lado para no verle llorando pero le agarré las manos con firmeza y él solo entendió lo que quería que hiciera, lo que debía hacer aunque no le hubiese dicho nada.

Qué bonita coincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora