(Im) posible

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—Me han ofrecido hacer la prueba para entrar en el Barça —dijo Noah tan tranquilo en cuanto descolgué el teléfono.

—¡Eso es genial! ¿Por qué no te alegras?

—Sí me alegro pero es que... Uf... es muy complicado que me cojan.

—¿Pero tú te has visto jugar? —pregunté incrédula—. Eres mejor que varios que están en equipos profesionales.

—Ya, si fuese tan bueno no estaría en un equipo que no llega ni a primera división.

—Ahora sí. Como habéis ganado la liga os han ascendido, ¿o es que se te ha olvidado?

—Pero el año que viene seguro que nos bajan otra vez a segunda.

—Deja de desanimarte, tu peor enemigo eres tú mismo. Disfruta del equipo que tienes y de tus compañeros, haz la prueba para el Barcelona y si no te admiten es una experiencia más.

—¿Mis compañeros? —dijo con una risa amarga—. No sabes cómo son.

—Pues Amelia me ha hablado muy bien de Dareck y parecéis todos muy unidos cuando celebrais las victorias y los goles.

—Dareck es el único que se salva, el resto son muy falsos delante de los demás pero cuando estás a solas con ellos son demonios salidos del infierno.

—No exageres, intenta llevarte bien con ellos

—Ya lo intenté y créeme que ser amigo suyo es todavía peor. ¿Podemos cambiar de tema? No me gusta hablar de esto. ¿Qué tal tu primera clase de canto?

—Muy bien —dije con sinceridad—. La gente es majísima y la profesora me ha ayudado a proyectar mejor la voz, creo que ya canto algo mejor.

—Demuéstralo.

—Sigue soñando.

—Ya lo has hecho otras veces, ¿qué te cuesta una más? Me encanta tu voz.

—La próxima vez que nos veamos me lo pienso.

—Perfecto, ve calentando.

—¿Por?

—Estoy en tu puerta.

Para afirmarlo llamó con los nudillos. Mierda, estaba con un pijama de Snoopy y muy despeinada.

Me hice un moño improvisado todo lo rápido que pude, que eso no era mucho.

—¡Voy!—dije con una goma del pelo entre los dientes cuando volvió a llamar a la puerta.

Me terminé de peinar precipitadamente y me coloqué los pelos que se escapaban con agua.

-—Bonito pijama —dijo mirándome de arriba a abajo en cuanto abrí la puerta.

—¿Qué te hace pensar que es un pijama? ¿No lo podría usar para dar un paseo?

—Pues sí, pero sería porque se te olvidaría vestirte.

Me di la vuelta, indignada, para ir a mi salón, dejando la puerta abierta detrás de mí para que Noah entrase y viniese conmigo.

Me senté en el sofá cogiendo un cuenco con frutas para desayunar y encendí la tele. Noah seguía de pie, mirándome.

—¿Vemos una peli? —pregunté con un trozo de sandía en la boca.

—Vale —dijo sentándose a mi lado—. Pero elijo yo.

—Ja, lo llevas claro.

-—La última vez elegiste tú Crepúsculo.

—Qué más te da si no la vimos ni cinco minutos.

—Pues fueron los más largos de mi vida.

—Oye, critícame a mí si quieres, pero con Crepúsculo no te metas.

Qué bonita coincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora