Scared of my guitar

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Estaba sentada frente al tocador ya vestida y maquillada, a unos minutos de tener que salir al escenario. Llevaba puesto un vestido dorado de tirantes caídos y con las clavículas al aire, me llegaba hasta los tobillos y una apertura me subía por el muslo derecho. Unos maquilladores se habían encargado especialmente de que tuviese el maquillaje perfecto con unas sombras y delineados que resaltaban mis ojos verde oscuro, incluso habían logrado que el grano que me había salido el día anterior desapareciera.

En mi vida me había sentido tan guapa, esto era lo más cerca que iba a estar alguna vez de cumplir mi fantasía infantil de ser una princesa.

A pesar de todo, lo único que me ocupaba la mente era la incertidumbre, el no saber quién iba a estar ahí fuera aparte de los que me lo prometieron.

—¿Leonore? —me llamó una chica vestida de negro y con una tarjeta de coordinadora colgando del cuello—. ¿Estás lista?

Se acercó a mí y se situó a mi lado frente al espejo. Yo estaba alisándome la falda del vestido con las manos.

—Dios, estás preciosa.

—Gracias —dije girándome hacia ella con una sonrisa de oreja a oreja.

—Venga, cariño. Sales en un par de minutos.

—Dame un momento.

Salió del camerino y me quedé sola. No podía dejar de mirar a través del espejo cómo mis ojos húmedos brillaban cada vez más.

Dios, realmente deseaba que él estuviese aquí, de mi mano.

Cogí mi móvil, que estaba boca abajo sobre el tocador, y tras buscar su contacto me lo llevé a la oreja.

Un tono... Dos tonos... Tres... Cuatro... Y saltó el contestador. Nunca había usado esa cosa antes pero las palabras que aún tenía que decirle amenazaban con salir en forma de lágrimas.

—Hola, qué tal. El número al que llama no se encuentra disponible en este momento. Por favor, deje un mensaje después de oír la señal.

—Hola, Noah —comencé a hablar tras el pitido. Intenté con todas mis fuerzas que no me temblase la voz ni se notara que estaba muy nerviosa, al borde de un ataque de ansiedad—. Solo... Ejem. Solo llamaba para felicitarte por lo del equipo, me alegro de haber estado a tu lado en el camino para llegar ahí. He visto tu entrevista —continué. Cuando me quise dar cuenta de las consecuencias de decir lo que había dicho ya era demasiado tarde—. Esto... Me alegro mucho por ti, de verdad —dije ignorando el mensaje que me mandó—. Yo... Bueno, seguramente hayas visto carteles por la ciudad. Nada, solo llamaba para eso —Sus últimas palabras no dejaban de repetirse en mi cabeza, no podía olvidarlas—. Ignóralo, siento haberte molestado.

Envié el mensaje para poder borrarlo antes de lo escuchase pero los encargados volvieron a llamarme, muy apurados. Como no quería disgustarlos apagué el móvil y lo volví a dejar donde estaba.

Me aparté el pelo de la cara, suspiré un par de veces y traté que las lágrimas no se derramaran para no estropear el maquillaje. Después salí prácticamente corriendo hacia el escenario.

Me senté delante de un piano que habían colocado en el centro mientras que una cortina me separaba del público expectante que llenaba la plaza.

Comencé a tocar los primeros acordes de la canción con la que empezaría.

—Buenas tardes. Soy Leonore Martin —me presenté cuando aún no podían verme. Varios gritos y aplausos del público me impidieron seguir hablando. Hablar delante de toda esa gente mientras trataba de no equivocarme de tecla se me estaba haciendo demasiado complicado—. Puede que muchos no me conozcáis, estoy aquí porque me han dado la oportunidad de estar más cerca de mi sueño de ser cantante pero no tengo canciones propias todavía por lo que cantaré algunas de mis canciones favoritas.

Qué bonita coincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora