Del estadio al cielo

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Me acerqué más el micrófono y dejé de tocar el piano para cantar la última frase.

I don't deserve this

You look perfect tonight

El recuerdo de su voz cantando eso mismo me azotó de golpe pero tampoco me afecto tanto como esperaba.

—¡REINA! —escuché gritar a Ivy entre la ovación.

Miré de nuevo entre el público tras dedicarles una reverencia al estilo de la princesa que me sentía en ese momento.

A lo lejos diferencié una silueta con camiseta negra y espalda ancha desapareciendo tras una esquina. Las mariposas volvieron a mi estómago. ¿Era...? No, no podía ser. Llevaba buscándolo todo el tiempo, era imposible que no lo hubiese visto antes.

Todos mis pensamientos se cortaron cuando mis amigas me llamaron desde abajo, llorando aún más que yo. Bajé con ellas y las abracé a todas a la vez.

Vi mi reflejo en las gafas de sol de Meghan. Era un milagro que el maquillaje siguiese perfecto.

Las abracé de nuevo antes de volver a subir al escenario por unas escaleras laterales. Allí me despedí del resto del público y justo antes de volver al backstage me sorprendió el abrazo de mi representante, mi profesor y todo el equipo que nos había ayudado mientras todo el mundo seguía aplaudiendo y gritando.

Me giré de nuevo hacia la multitud y me despedí con la mano por última vez antes de salir del escenario.

—¡Voy al baño! —El bajón de adrenalina me hizo darme cuenta de las ganas que tenía de mear—. Enseguida voy con vosotros.

Tomé un desvío que me llevó a un lateral de la plaza, junto al escenario, que dirigía a los baños. Desde ahí, la gente que pasaba podía verme y me saludaban sonrientes aunque no podían acceder por unas vallas de seguridad que se lo impedía.

El vestido me lo complicó bastante. Cuando terminé, me lavé las manos y me las sequé con el papel que había allí.

Salí para volver por el mismo camino por el que había ido pero quien me sujetó de la mano me impidió seguir caminando. Su agarre era suave y para nada agresivo por lo que pensé en mis amigas, o incluso en Noah, y me giré con una sonrisa para recibirlas.

El rostro triste de Ethan me sorprendió al darme la vuelta y ni siquiera pensé en que no debería estar allí. De algún modo me afectó su expresión dolida y lo que quise fue quedarme a escuchar lo que me quisiera decir, aquí no podía pasarme algo malo como lo de la última ocasión.

¡Pero si se había ido! ¡Yo misma lo había visto!

—Ethan... —lo llamé con un hilo de voz.

Sus ojos se volvieron brillantes y poco después estalló en llanto.

Lo atraje hacia mi pecho y lo abracé. Era incapaz de no consolar a alguien que lloraba y puede que él se estuviera aprovechando de eso, pero no me importaba.

Dejé que se desahogara antes de intentar hablar con él. Al poco se separó para poder mirarme mientras hablaba. Sus preciosos ojos azules estaban hinchados y enrojecidos. También le había crecido el pelo aunque se había cortado los lados en un degradado, por delante le llegaba hasta las cejas y el moreno contrastaba con los ojos claros. Podía contar con los dedos de una mano todas las veces que le había visto llorar y me sorprendió que mostrase esa debilidad.

—Leonore...

—No me llames así, sabes perfectamente que no me gusta —lo corté.

—Yo... Lo siento mucho, Leo. No sabes cuánto.

Qué bonita coincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora