🎮 11. Player Two

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Es increíble lo que una persona puede llegar a olvidar... pero es más sorprendente lo que puede llegar a esconder.
Final Fantasy VII

—¿Sabías que cuando pones tu mano tapando el sol, el color rojo que se ve entre los dedos es la luz que traspasa los capilares y choca con la sangre haciendo que se vea de ese color?

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—¿Sabías que cuando pones tu mano tapando el sol, el color rojo que se ve entre los dedos es la luz que traspasa los capilares y choca con la sangre haciendo que se vea de ese color?

—Interesante.

—¿Interesante? —cuestiono—. ¡Es sorprendente! ¿Te das cuenta de que puedes ver tu propia sangre dentro de tu cuerpo? ¡Es fantástico!

Cierro un ojo para evitar la luz del sol que se cuela entre mis dedos. Los muevo buscando el ángulo correcto en el que pueda seguir con mi ingenioso experimento.

Estoy recostado en el suelo, con mi cabeza apoyada en una superficie blanda, mientras me distraigo viendo cómo el sol empieza a cambiar de posición, dejándonos expuestos a los rayos ultravioleta.

Intento levantar mi brazo izquierdo para mirar cómo la luz traspasa mis dedos haciendo que brillen de rojo, pero solo consigo mover mi cuerpo de forma torpe, al tenerla retenida con una venda.

Cieeeerto. Me caí y me quebré la muñeca. Lo había olvidado.

—Toma, come algo —dice Sebastian, dándome una barra de cereal energética ya abierta.

—No tengo hambre.

—No es para que te alimentes, es para que te calles —bromea.

Me observa desde arriba. Me sonríe con diversión, haciendo que sus ojos se hagan más pequeños, marcando una suave arruga entre sus cejas.

Dios, qué ojos tan impactantes.

—Gracias. Me lo dicen todo el tiempo —responde.

Frunzo el ceño. ¿Dije eso en voz alta?

—Fuerte y claro —vuelve a responder, riendo.

—¿Qué pasa conmigoooo? —me quejo, mientras mastico la barra de cereal. Quizás tenga razón, mejor mantengo la boca ocupada antes de decir algo de lo que después me arrepienta.

Pero, ¿por qué tendría que arrepentirme? La vida es una sola, ¿no? Es decir, acabo de tener un accidente y me quebré la muñeca. No podré dibujar durante semanas y ahora que me hace falta mi mano, es cuando me doy cuenta de todo lo que no podré hacer por este estúpido viaje.

Sebastian no dice nada, mira a su alrededor buscando algo y luego vuelve a inclinar su rostro, mirándome a mí.

Espera un momento... ¿Estoy recostado sobre sus piernas?

Intento levantarme, pero me retiene poniendo una mano en mi pecho. El corazón, que ya me va más rápido de lo normal desde hace unos minutos, acelera aún más, casi como el aleteo de un colibrí. Me llevo mi mano buena al pecho, en un pobre intento de dominar mis latidos.

Punto de control©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora