🎮 3. Ready? Go!

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Al final, solo lamentamos lo que no hemos hecho.
League of Legends

En el camino a mi reunión, Sebastian va distraído mirando su teléfono en el asiento del copiloto de mi Audi

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En el camino a mi reunión, Sebastian va distraído mirando su teléfono en el asiento del copiloto de mi Audi. A penas levanta la cabeza para mirar a su alrededor y luego murmura algo para sí mismo y vuelve al teléfono.

Me gusta conducir. Y en especial me gustan los autos. Es de las pocas pasiones fuera de los videojuegos en los que me gusta pasar el rato, así que aprovecho que salimos a la carretera para acelerar un poco y sentir como la velocidad recorre mis venas.

—Estás superando el límite permitido —murmura Sebastian, apartando la vista del teléfono al fin.

—Estoy justo en el límite, no es para tanto.

—¿Sabes la cantidad de accidentes que hay por ir a exceso de velocidad?

—No voy a exceso de velocidad y además soy un excelente conductor. No tengo multas ni accidentes que reportar, jefe.

—No soy tu jefe, y no estamos trabajando.

—Como digas... Jefe —bromeo.

Él gruñe en desaprobación, pero por el rabillo del ojo, veo una pequeña sonrisa en su boca.

Después de unos minutos en el que empezamos a alejarnos de la ciudad, Sebastian mira a su alrededor y frunce el ceño.

—¿A dónde se supone que vamos?

—Ya lo verás.

—¿Debería preocuparme que puedas llevar un rollo de plástico y herramientas de jardinería en el maletero? —pregunta con tono de broma.

—¡Claro que no! —respondo, fingiendo sentirme ofendido—. No me caben en este auto.

Sebastian ríe y un chispazo de satisfacción me nace en el pecho. Me alegra saber que mis tonterías pueden hacerlo sonreír y sacarlo de esa angustia que se refleja en su mirada.

—¿Falta mucho? No quiero alejarme de la ciudad en caso de que Álex me necesite.

—Estamos por llegar. Y Álex no va a necesitarte, ella estará bien.

Asiente no muy convencido y se aferra de la manilla del techo, mirando a su alrededor.

A la distancia, el sonido de música y el rechinar de neumáticos sobre el asfalto empieza a aumentar su volumen. Sebastian frunce el ceño cuando salgo de la carretera y me adentro a una calle de servicio pequeña.

—En serio... ¿Dónde vamos?

—Donde un viejo conocido de la infancia —explico, para quitarle un poco de ansiedad—. Tiene un terreno cerca de aquí donde vengo algunas veces cuando necesito liberar algo de tensión.

—Esa frase podría tener un sinfín de significados en diferentes contextos —murmura.

—Tiene una pista de carreras —aclaro. Siento sus ojos sobre mí, le doy una rápida mirada de soslayo ante la pesadez de su escrutinio—. ¿Qué?

Punto de control©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora