🎮12. Be brave

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No elegimos como empezamos en esta vida. La verdadera grandeza es que hacemos con lo que nos toca.
Uncharted 3

Me despierto con el sonido de mi propia voz al quejarme mientras me muevo

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Me despierto con el sonido de mi propia voz al quejarme mientras me muevo. Siento que me duele hasta el pelo con cada movimiento que hago, pero estoy tan cansado que solo pensar en el esfuerzo de abrir los ojos me hace replantearme la idea.

Oigo el sonido de una puerta, y contra mi voluntad, los abro. Sebastian entra sin encender la luz. Solo veo su silueta moverse en silencio por la habitación, hasta que llega a mi lado y enciende la lámpara.

—Estás despierto —musita, dejando una bandeja en la mesita de noche.

—Desearía no estarlo —respondo intentando reírme, pero el movimiento me provoca más dolor y me arrepiento—. Esto es una jodida mierda.

—El doctor dijo que el dolor debería disminuir. Tienes que tomarte esto cada 8 horas para estar bien.

Me incorporo con su ayuda en la cama y recibo el vaso de agua para tomarme los medicamentos. Apoyo la cabeza en el respaldo y ahora, más despierto, caigo en cuenta que no reconozco el lugar donde estoy.

—Esta es tu habitación —aseguro, observando los detalles que me rodean.

—Así es.

Quisiera decir que está lleno de cosas que lo representan, pero la verdad es que no. Todo en este cuarto parece haber sido sacado de un hotel barato, donde no tienes nada que no sea estrictamente funcional.

La cama donde estoy es mucho más pequeña que la mía, aunque está bien para una persona, incluso alguien alto y musculoso como Sebastian. Aunque no creo que quepa alguien más.

Solo pensar eso hace que el calor suba a mi rostro.

Escondo mi mirada tras un nuevo trago al vaso de agua para fingir que estoy haciendo algo y no dejando que mis pensamientos se descarrilen.

—¿Cuánto tiempo tendré que estar con esto? —pregunto, devolviéndole el vaso de agua a Sebastian.

—Mmm... Un mes...

—¡Un mes! —exclamo. No tengo idea de qué hora es, pero asumo que es de madrugada, por lo que intento controlar el volumen de mi voz—. ¿Un mes? ¿Qué voy a hacer un mes sin poder usar mi mano?

—Álex dijo que te pondrías así.

—Es mi mano hábil. No podré jugar, ni cocinar, ni conducir... ¡No podré dibujar durante un mes!

Sebastian parece incómodo y evita mi mirada. Se pasa la mano por el cabello y algo en su actitud me pone tenso.

—¿Qué? —inquiero, porque sospecho que hay más que no se atreve a decir. Me observa con una mueca de compasión.

—Un mes... al menos. Puede ser hasta 3 meses.

Me deslizo por el colchón hasta quedar completamente recostado mirando el techo.

Punto de control©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora