🎮 17. Reset

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A veces las mejores cosas de la vida son las más difíciles de conseguir.
The Last of Us

Despertar con el cálido cuerpo de Sebastian pegado a mi espalda es la cosa más maravillosa que he experimentado en mucho tiempo

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Despertar con el cálido cuerpo de Sebastian pegado a mi espalda es la cosa más maravillosa que he experimentado en mucho tiempo.

Su brazo rodea mi abdomen, aplastándome en el colchón mientras siento su respiración en mi nuca y su miembro duro contra mi pierna.

Podría quedarme aquí todo el día. Tooooodo el día. ¿Quién necesita comer cuando puedo comérmelo a él?

Abro los ojos y vuelvo a la realidad al ver que estoy en un dormitorio que no es el mío. Los recuerdos de la noche anterior llegan en masa a mi cabeza y quedo sin aire al recordar que Álex y Max están en la otra habitación.

—Maldición —mascullo en voz baja. Me remuevo en la cama para liberarme del brazo de Sebastian, pero este me sostiene con más fuerza contra su pecho.

—Maldita sea, Borja. No te muevas así si no quieres que me vuelva un degenerado.

Sus caderas se pegan más a mi cuerpo, haciéndome gemir.

—No hagas eso —me quejo.

—Tú empezaste.

Su brazo se retira y me incorporo en la cama, observándolo. Sigue con los ojos perezosamente entreabiertos, el cabello revuelto y las mejillas sonrojadas. Es un puto adonis, maldita sea.

—Se supone que la gente luce horrible cuando se despierta. ¿Qué pacto con el diablo hiciste para verte así? —bromeo.

—No quieres saberlo.

Alarga su brazo para tocar la parte baja de mi espalda, provocándome un escalofrío.

—¡Basta! ¡Deja de hacer eso! —exclamo en susurros. Temo que puedan oírme desde fuera.

Sebastian se ríe antes de estirar sus musculosos brazos para desperezarse. Los cruza detrás de la cabeza mientras sigue mirándome con una chispa de diversión en sus ojos.

—¿Qué? —pregunto.

—Solo quiero ver cómo te las ingenias para salir corriendo de mi cama sin que nadie te vea.

Le hago un gesto obsceno con el dedo, mientras me destapo y busco mi ropa por la habitación. Los ojos azules de Sebastian me siguen por todo el lugar.

—Tienes que salir y verificar que no haya nadie para que pueda irme —digo, vistiéndome a la velocidad máxima que me da mi brazo maltrecho.

—No.

—¿Cómo qué no?

—Eres tú quien no quiere que te vean.

—Y tú estuviste de acuerdo.

—En aceptar tus condiciones, no ayudarte a cumplirlas.

—Detesto que siempre encuentres la letra chica a todo —reclamo, terminando de ponerme las zapatillas—. Además, no me importa si me ven, pero Álex es tu hermana y mi mejor amiga. Lo correcto sería hablar con ella antes de que descubra...

Punto de control©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora