-Voy a solicitar un permiso de aprendizaje dije sorbiendo mis espaguetis-, y me sacaré el carnet de conducir al cabo de un mes. Será más fácil porque ya sé conducir.
Mis padres me miraron desde el otro lado de la mesa. Estábamos cenando, espaguetis con albóndigas preparados por mi padre, y estaban buenos.
Pero mis palabras hicieron que todos hiciéramos una pausa en el disfrute de su exquisitez.
-Alguien se está haciendo adulto -comentó mi madre. Primero bebiendo, y ahora conduciendo.
-Esperemos que no se mezclen las dos cosas -añadió papá.
-¿Puedes dejarlo pasar? -Gemí y dejé el tenedor. Estoy lavando los platos todas las noches, ¿no?
Como había dicho papá cuando había venido a recogerme a casa de Addison, dejaría que mamá decidiera mi castigo por haber bebido en la fiesta.
Por suerte, no había hecho mucho ruido y se limitó a encomendarme la tarea de lavar los platos todas las noches como castigo. Papá y yo sabíamos que mi madre me estaba cargando de trabajo.
Pero no podía quejarme, sobre todo cuando tuvo un mano a mano conmigo sobre su adolescencia, asegurándome que estaba bien divertirse un poco, obviamente con precauciones.
Mi forma de beber no era un gran problema para ella. Quizá ya se lo esperaba de su hija adolescente, a diferencia de mi padre, que probablemente pensaba que iba a convertirme en una borracha sin hogar.
-Sólo lo hiciste anoche-bromeó mamá.
-Y los haré esta noche le recordé-, y también las innumerables noches venideras.
-Te dejamos salir fácilmente. Papá negó con la cabeza antes de morder su albóndiga.
Fruncí el ceño.
-Tiene dieciocho años, Will. Deberíamos dejarla actuar como tal. Mi madre se puso de mi lado, y me sentí un poco aliviada, hasta que volvió su mirada hacia mí.
-Debe empezar a tomar sus propias decisiones y, a cambio, espero que sea responsable. —Su 1 tono me dijo que no diera por sentada mi nueva libertad.
-Muchas gracias por eso. Incliné la cabeza burlonamente-. Y como una joven responsable de dieciocho años, quiero obtener mi permiso de conducir.
Y pronto, como una mocosa de dieciocho años, nos pedirás un coche caro —dijo mi padre, pero su tono no era serio.
-Comprar un coche sólo para mi último año no parece una buena inversión. Estoy totalmente de acuerdo en hacer autostop con Addison; a ella tampoco le importa.
-Sólo quiero obtener el carnet para emergencias. Además, estaría bien tenerlo antes de la universidad.
Era una verdad a medias. Durante nuestro viaje de vuelta a casa desde la escuela, Addison me había avisado de que saldría con ella a muchas fiestas.
No quería ser un lastre que ella y Sadhvi tuvieran que llevar siempre a cuestas; por eso quería sacarme el carné, para poder compartir el deber de conductor designado.
Papá ya me había enseñado a conducir en Remington. Pero no había tenido muchos amigos con los que salir o hacer planes, por lo que me daba pereza solicitar el permiso.
Sin embargo, ahora, después de conseguir esa pizca de normalidad adolescente, no quería retrasarla más y sobresalir como un pulgar dolorido entre Addison y sus amigos.
Apuesto a que James me consideraría una perdedora por no tener carnet de conducir.
Espera. ¿Por qué me importa lo que piensa de mí?
-Con la forma en que avanzan las cosas, para la semana que viene vas a traer un novio a casa. -Mi madre esbozó una sonrisa burlona que me recordó a la de Addison-. Estás siendo muy madura.
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La Gran Keily<<<
Teen Fictionkeily siempre había sido de talla grande y aunque siempre ha tenido sus inseguridades, nunca a dejado que se interpusieran en su camino. Eso es hasta que cambia a una nueva escuela donde conoce al mayor imbecil de la historia: James Haynes. El no pi...