Taiwán se encontraba en la sala leyendo un periódico, hace tiempo que deseaba leer las noticias paraguayas, además, había despertado hace una hora y el paraguayo aún dormía.
El taiwanés dió la vuelta a la seguiente página. Se asombro cuando leyó el titulo "Opresión por parte de China a Paraguay". Se sintió mal por su amigo al imaginarse todo lo que debió soportar. Ambos conocían a China como la palma de sus manos.
Desvió su mirada hacia el reloj en la pared, observando como ya hiban a ser las ocho de la mañana, sintió el rugido de su estomago dando señal de que ya debía comer algo.
De pronto escuchó pisadas apresuradas bajando las escaleras. Volvió su vista al periódico cambiando de página para disimular.
El de doble escudo con cabello desarreglado se acercó y se sentó al lado del oriental.
— Tai.— el nombrado lo miró— Primero que nada, buenos días. Segundo, ¿A qué hora te despertaste?.
— Buen día pary, desperté a las siete—el guaraní observó el reloj y se alarmó por lo tarde que había despetado.
— ¡Oh cielos debes estar hambriento!—gritó jalando del brazo al taiwanés hacia el comedor.
— Ve y arreglate si quieres Paraguay yo te esperare— dijo sintiendo como lo sentaba en una silla.
—Pffff ¿Porqué esperarías a que me cambie?, desayunaremos ahora— chasqueó los dedos y al instante salió de la cocina un muchacho con el desayuno para ambos países.
— Buenos días Paraguay y Taiwán— dejó las tazas llenas de cocido con leche para cada uno junto con una bandeja llena de chipas tradicionales. Seguidamente se retiró a la cocina despidiendose.
El oriental no tardó en mandarse una chipa a su paladar, disfrutando del sabor como la primera vez que lo había probado.
El latino rió bajo, decidió guardar silencio para desayunar tranquilamente. Es el segundo día con su mejor amigo luego de mucho tiempo, deberían salir a distraerse, no se quedarían en casa durante los próximos dos meses, obviamente.
Luego de un rato pensando donde podrían ir a pasar la tarde, trató de disfrutar la comida con su amigo quien ya hiba por su quinta chipa.
— ¡No comas demasiadas chipas! Te dolerá el estómago.
— ¡Pero me encantan!— el de doble escudo solo sonrió, haciendo reir de igual marena al taiwanés, quien dió otro sorbo del cocido.
El mejor desayuno en décadas.
(...)
—No puedo creer que le hayas dicho eso... ¿Qué fue lo que dijo?.
—Trató de extrocionarme, difamarme y manipularme, es China, ya me lo esperaba.
—Agh... Me molesta que te presione tanto. Lo siento.
Notó el tono desanimado del oriental, pero no dejaría que se sintiera así durante la estancia en su país.
—No es tu culpa, ya me acostumbre, jamás le haría caso.
—Eres muy decidido, Pary.
—Gracias. Taiwán, ¿Te gustaría ir algún lado?, para pasar la tarde.
—De hecho... me gustaría quedarme en casa...
Había pensado por un segundo aceptar e ir de paseo con su amigo, pero el calor y el cansancio que aún sentia por el largo viaje lo hicieron cambiar de opinión.
—Está bien, creí que te hubiera gustado salir un poco.
Hiso una pausa al recordar algo que desde el año dos mil uno ha querido hacer con el de sangre china.
El ya nombrado intentó quitar al paraguayo de sus pensamientos miviendo su mano frente a él, lo cual funcionó.
—¿Todo bien, Paraguay?.
—Estoy bien, se me acaba de ocurrir una manera perfecta de pasar la tarde—observó el rostro de confución del contrario mientras se levantaba y buscaba algo en los cajones de los muebles de la sala.
Los había guardado muy bien para que algún día pudiera estrenarlos.
Y ese día llegó.
—¿Qué buscas?—Se levantó como para ayudar a buscar pero volvió a sentarse al ver que el latino ya encontró lo que buscaba—Paraguay... ¿Estás seguro?... Son las dos de la tarde.
—No importa la hora, Taiwán. Lo que importa es disfrutarlo.
Con ambos objetos en las manos se asercaba al menor de estatura entregandole uno de ellos.
Lo tomó dudando un poco, pero recordó que ya no se encontraba en su territorio. Estaba prácticamente de vacaciones con el mejor aliado que tiene. Podía divertirse sin importar los horarios estrictos que solía seguir gracias a la China popular.
Después de todo, nadie sabía de su viaje al contienente americano Paraguay.
O más bien, eso esperaba.
¿Debería aprovechar al máximo, no?.
Ambos se sentaron frente al gran televisor, siendo prendida por el dueño de casa.
—¿Qué vamos a jugar?, supongo que tienes algo en mente. Y por cierto, ¿cómo se llamaba esta cosa con botones que me diste?.
—Eso es un "mando" para videojuegos. Que tal si jugamos... ¿FNAF?.
—Me habías hablado de ese juego cuando salió, ¿me enseñas?.
—¡Claro que sí, será uno de los mejores juegos que jugaremos!.
Entre risas y uno que otro susto las dos naciones pasaron un buen momento juntos. Era algo que nunca tuvieron la oportunidad de hacer juntos como buenos amigos.
Se la pasaron frente al televisor hasta altas horas de la noche, se hubieran quedado dormidos en el sofá de no haber sido por el guardia del de doble escudo, quien había entrado por la puerta.
—Deberían estar durmiendo, son las once.
—D-disculpa, ya nos vamos a dormir—el asiático solo asintió con la cabeza, subiendo las escaleras con el paraguayo torpemente.
El guarda solo rió bajo apagando las luces, yendo abajo donde el resto del personal dormía.

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𝙋𝙤𝙥𝙪𝙡𝙖𝙧 ¿𝙔𝙤?
FanfictionDonde la fama y el dinero crecen, los conflictos y desgracias nacen. Quién hubiera dicho que una inocente amistad entre dos países sería una de las causantes.