Capítulo 8

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Otro día se dejaba ver con los rayos del sol adentrándose por la ventana de la habitación donde el paraguayo seguía durmiendo en su quinto sueño, a diferencia de los sirvientes que habían comenzado el día muy temprano.

El guardia, quien se encontraba en el patio alzó la vista hacia la ventana que daba a la habitación del de doble escudo, sabía que seguía durmiendo.

Se le ocurrió una idea.

El sonido de la bocina del auto alertó a todos, y más al paraguayo que fue despertado por aquel sonido.

De solo un salto se levantó y con el cabello totalmente desarreglado a paso apresurado se dirigió hacia afuera saliendo por la puerta que da al patio, encontrándose con el guardia aún dentro del auto.

— Hey vos, abrime- pidió con sierto cansancio en su voz, el contrario bajó la ventanilla dejandose ver con una sonrisa nerviosa.

— ¡Buenos días!, ¿Quién ya se despertó?.

— Me hablas como si fuera un niño-rió levemente- ¿Era necesario despertarme de esta forma?.

Sin apartar la vista de Paraguay, el de traje abrió la puerta saliendo del automóvil, sin antes cerrar y bloquear las puertas.

—Paraguay, son las nueve de la mañana, entra a la casa, desayuna, dúchate y arréglate ¿Está bien?.

—Y me sigues hablando como si fuera un niño. Soy un adulto, ya sé que debo hacer.

—Entónces ve y hazlo- dijo con una sonrisa victoriosa.

El country trató de responder pero se limitó a verlo desafiante, para volver dentro de la casa.

Parecía un niño enojado.

No tardó mucho en cumplir las cosas que debía hacer, unos minutos después de haber terminado de desayunar había recordado que no tenía nada planeado por hacer. Se quedaría en casa para relajarse.

Se sentó en un sillón de la sala, prendió el televisor y se dedicó a ver.

Cumplida media hora, la puerta principal de la casa estaba siendo tocada. El pelirrojo fue hasta ésta dudando de quién podría estar detrás.

Deseaba con todas sus fuerzas que no fuera China.

—¿Quién es?.

—¡Soy yo bo' abrime que hace calor fuera!.

Al instante, la abrió.

—¿Uruguay?.

—¿Qué onda?, Tanto tiempo.—habló adentrandose a la casa con sus maletas.

El paraguayo llamó a una sirvienta para que venga a ayudarlos. No tardó en llegar.

—¿Podés llevar estas maletas en la habitación que está al lado de la mía? Porfavor.

La jóven asintió amable, llevó ambas maletas al lugar indicado.

—No me digas que tenés una habitación para cada uno de tus visitantes, ¿O sí?.—preguntó llendo hacia la sala observando la casa de su hermano mayor.

—Uruguay, por lo que veo te piensas quedar, ¿Qué hiciste?.—cuestionó alzando una ceja resiviendo una mirada confusa de parte del Uruguayo.

—Pero que decís, no hice nada, creo que no querés que me quede.—fingió una expresión de tristesa.

—Claro que no, esque nadie me avisó- se asercó al de franjas.—¿Cuánto tiempo piensas quedarte?.

—No lo sé, hablemos de eso luego, he visto tus fotos con Taiwán en los periódicos.—El tricolor al oír aquello se paralizó.

En ese momento, Paraguay sintió el verdadero terror.

Recordó esa vez que China casi los descubre, cuando iban a volver a casa, unos paparazzis habían llegado al lugar donde estaban para tomarles unas fotos.

—¿Crees que China los leerá?.

—Ay vamos bo' no se molestaría en leer cosas en nuestro idioma, mucho menos si se trata de un país que no lo reconoce. ¿Por qué te preocupa?.

No podía creerlo... Uruguay parecía tener la razón.

Pero el miedo aún se mantenía, si China llegara a leer ese periódico, estaría en muchos problemas, y no solo él, Taiwán también. Su mayor miedo parecía volverse realidad, por su culpa su mejor amigo estaría en una situación que ningún país desearía estar.

—Pary, ¿Por qué te preocupa que China lo lea?.

—N-no... Por nada, ya sabes como es China y... Talvez no le guste que Taiwán aparesca en mis periódicos o algo así...—respondió intentando ocultar sus nervios.

—Ahhh, bueno, no te preocupes. ¿Qué hay para comer?, me muero de hambre.—dijo caminando hacia el comedor.

El de tez azul suspiró pesado, ¿Cómo no se había dado cuenta de ese error?, pedía internamente que China no se enterara que Taiwán había pasado toda su entancia con él.

(...)

—No te pongas así... No es para tanto.

El uruguayo observaba como su hermano caminaba inquieto de un lado a otro. No quería verlo así.

—Estamos hablando de China Uruguay, la "China malvada".—dijo esto último en un susurro.

—Yo reconosco a esa "China malvada".—comentó también en un susurro.—, pero eres mi hermano, si esque se entera de todo, te ayudaré.

Una leve risa escapó de los labios del más alto, su preocupación era más fuerte que cualquier frase de consolación.

—Gracias... —se tranquilizó y se sentó en la cama junto al menor.—Lo siento si te preocupé también.

—Ya bo', hablaremos de eso mañana si querés-prendió su celular, eran las ocho de la noche-¡Es re temprano!, ¿A qué hora sueles dormir?.

—A las nueve, ¿Y vos?.

—Tenés horario de bebé, yo duermo entre las diez y once.

Paraguay rodó los ojos ignorandolo, al divisar las maletas vacías, una pregunta sin contestar volvió a su cabeza.

—¿A qué se debe tu visita, Uru?.

—Quise venir a estar con mi hermano mayor, ¿Te molesto por eso me preguntas otra vez verdad?.—preguntó de forma dramática.

—¡Que no! ¡¿Por qué me molestaría?!.—respondió alzando la voz, haciendo que el uruguayo se enconda debajo de las frazadas, soltando unos leves sollozos falsos.

—No me grites.

El mayor, para calmar las aguas, lo abrazó, siendo correspondido.

—Bueno, perdón.—afirmó dando leves palmaditas en la cabeza del uruguayo.

Éste se soltó del abrazo, saliendo de debajo de las frazadas con una leve sonrisa.

Por más que fueran adultos, solían divertirse de esta forma. El de estrella debía admitir que le gustaba consentir a su hermanito, era uno de los pocos que lograba soportar a Uruguay.

Creo que ya sabemos por qué está aquí.

𝙋𝙤𝙥𝙪𝙡𝙖𝙧 ¿𝙔𝙤?  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora