Durante todo el trayecto a la casa del argentino, el paraguayo se cuestionaba la razón de su invitación.
De todas formas, no quería tener una conversación incómoda con su hermano, mucho menos llegar a discutir.
Habían tenido ciertos desacuerdos durante los últimos 30 años. Suena mucho pero para Paraguay era poco.
Una vez llegando a su destino, antes se bajar del auto, le dijo a su chofer que lo esperara ahí estacionado. Debido a que no sabe si tardará o no la charla.
Ya estando en frente de la puerta de la enorme casa, tocó el timbre y esperó hasta que la puerta due abierta por una jóven, resiviendo al de sangee guaraní con una sonrisa.
— Bienvenido, su hermano lo espera en el jardín.-exclamó dándole espacio al contrario para que pase.
— Muchas gracias, permiso.-diciendo esto entró a la casa yendo hacia el jardín.
Divisó todas las plantas con flores, enredaderas, plantas colgantes y arbustos muy lindos.
Argentina era alguien de buen gusto.
— ¡Paraguay!.
Se escuchó hacia la izquierda del jardín, volteó su vista y pudo observar al peliceleste sentado junto con una mesa bajo una sombrilla.
El paraguayo se acercó a este para sentarse.
— Hola, Argentina, ¿Qué tal?.
Éste le pasó un vaso con jugo y en un platito con masas dulces.
—Yo bien, ¿Vos?.
—También estoy bien.
—Me alegro.—respondió para dar un mordisco a su pastafrola.
Paraguay observaba como seguía comiendo sin decirle nada más. Esto lo frustró.
—¿No querías hablar Argentina?. ¿Se te olvidó?.
El recién nombrado se limpió con una servilleta antes de hablar.
—No. Son las cuatro, es hora de merendar.-dicho esto continuó disfrutando aquella pastafrola.
Paraguay no respondió, sabía que no valía la pena. Se limitó a seguirle la corriente y comenzar a merendar junto con su hermano.
Pasando unos minutos, ambos ya habían acabado. Quedaron en silencio, el pelirrojo se rehusó a romper el hielo, hasta que el argentino decidió hablar.
—Recuerdo cuando a esta hora simpre nos reuníamos a merendar cuando eramos chicos.
El tricolor lo miró con el seño fruncido de la confusión.
Lo había citado a su casa para hablar. ¿Para recordar momentos de hace más de 200 años?. Creía que el tema de conversación sería más serio.
—Argentina... ¿me hiciste venir hasta acá para hablar de eso?. Ni siquiera me lo dijiste a mí, se lo dijiste a Uruguay que después me lo dijo.
—Lo sé. No te avisé a vos porque pensé que estabas enojado conmigo.
—¿Qué?. No estoy enojado contigo, no sé de dónde sacaste eso, pero lo estaré si mi visita aquí fue en vano. Sé bien que me quieres contar algo pero aún no lo dices.
Argentina desvió la mirada unos segundos para tragar en seco y volver a la mirada molesta de su hermano.
—Voy a ser directo...—suspiró.
—Soy todo oídos.
—Quiero que el peaje de la Hidrovía sea gratis, para mí.
Paraguay quedó en silencio unos instantes analizando la "petición" de parte del argentino.
—Eso es imposible, la Hidrovía la pueden usar todos, pero deben pagar. Y si acepto que vos ya no vas a pagar entonces debo hacer lo mismo con Brasil, Bolivia, o con cualquier otro país.
—¿Porqué tantas complicaciones Paraguay?, yo solo quiero que me lo des gratis, y los demás te seguirán pagando.
—Eso no es lo correcto. Debe haber igualdad. Además, yo manejo la Hidrovía. No me puedes decir que hacer o que no hacer con ella.
Argentina frunció el seño demostrando su molestia por las respuestas del paraguayo. Sabía que tenía razón, pero según él era algo necesario.
—¿Acaso no ves como estoy?. Mi moneda se va hacia la ruina, las protestas han aumentado, la inflación ha incrementado hasta las nubes y estoy desesperado Paraguay, ¡Desesperado!.—soltó un suspiro pesado cerrando los ojos. Se sentía mal.
El tricolor sabía bien que todo eso era verdad, no se imaginaba de lo difícil que era pasar por eso.
Con total calma se levantó de su asiento y se quedó de pié al lado del argentino para posar su mano sobre su hombro.
—Entiendo tu situación Arge y lo siento. Deberías entender que no todo en la vida se puede como uno quiere, hay límites y restricciones. Me encantaría poder ayudarte aunque sea en algo pero sabes bien que no puedo... Debes mantenerte fuerte y seguir adelante a pesar de todo. Y no-
Argentina interrumpió las palabras del paraguayo para abrazarlo desprevenida mente, Paraguay correspondió ese abrazo dandole palmaditas al más alto.
Aquel momento lindo fue interrumpido por el sonido de una cámara sacando una foto.
Se separaron del abrazo para observar cómo un fotógrafo se encontraba sobre la muralla del jardín de Argentina.
—¡Hola!.—exclamó nervioso.
—Hola.—dijeron ambos hermanos al unísono.
—Lo siento si he interrumpido el lindo momento pero de verdad tenía que tomar una foto de eso.
Paraguay y Argentina asentían sonriendo yendo lentamente hacia la entrada de la casa. Dejando al fotógrafo hablando solo sobre las flores de Argentina.
Cuando llegaron cerraron la puerta y soltando un suspiro fueron hacia la sala.
—Eso fue inesperado.—dijo el pelirrojo.—Aunque la verdad ya me acostumbré.
—Te doy las gracias. La verdad que esto terminó mejor de lo que esperaba. Lo siento también si fui egoísta. Me alegró tu visita Pary.
—Awww no fue nada, a mí también me gustó venir. Por cierto, ese marmolado estuvo delicioso.
—Obvio porque yo lo hice, dah.
Paraguay rodó los ojos soltando leves risas.
—Me encantaría quedarme más pero debo irme, acabo de recordar que tengo una junta a las seis y Uruguay está solo en casa así que...se dirigió hacia la puerta de salida seguido por el argentino.
—Está bien, descuida. Nos vemos otro momento. Y gracias por cuidar a ese enano.
Paraguay río saliendo de la casa. Despidiéndose con una mano.
Argentina cerró la puerta y Paraguay ya estaba en el auto.
—¿Que tal le fue?.—habló su chofer.
—Bastante bien, no llegamos a ningún acuerdo pero, bien.
—Me parece genial.
Ya terminado el asunto pendiente con Argentina, ahora iban a casa para lidiar con otro asunto más.
Quitando a Uruguay, claro.

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𝙋𝙤𝙥𝙪𝙡𝙖𝙧 ¿𝙔𝙤?
Fiksi PenggemarDonde la fama y el dinero crecen, los conflictos y desgracias nacen. Quién hubiera dicho que una inocente amistad entre dos países sería una de las causantes.