16. Aceptando los errores

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"Cuando se ha cometido un error, lo único que queda es aceptarlo." Anónimo

Yun Seo no había podido trabajar en los últimos días. Había abusado del trabajo y no se sentía muy bien. Un fuerte dolor en la zona lumbar le impedía dormir. Además, una intensa presión en la parte baja del abdomen le obligaba ir al baño constantemente. Y aunque era una madre primeriza, sabía que aquellos síntomas indicaban la proximidad del parto.

Su bebé nacería en pocas semanas.

Miró la pequeña cuna al lado de su cama, y aunque la había comprado de segunda mano, le emocionaba imaginar a su bebé durmiendo en ella. Aunque... había algo que le preocupaba, y es que el dueño del puesto le había advertido que le alquilaría el sitio a otra persona. Eso la tenía realmente preocupada; pero en su estado no podía trabajar. Y aunque sus hermanas se habían ofrecido a tomar su lugar, era poco el tiempo que podían hacerlo debido a la escuela. Además, no era un lugar apropiado. Ella lo había soportado por necesidad; pero sus hermanas eran demasiado jóvenes.

Tomó su bolso y salió de casa. Debía hablar con Shin Dae jung, pedirle un poco más de tiempo. No podía darse el lujo de perder su única fuente de ingreso. No cuando se avecinaban tantos gastos.

—Me reintegraré en dos semanas —le aseguró, casi rogándole—. Solo necesitaré dos semanas después que el bebé nazca. ¡Usted sabe cuánto necesito esto!

—Lo siento —exclamó Dae Jung, indiferente—. Ya cedí el lugar a otra persona. Lo que debe hacer es pedirle a su esposo que le envié algo de dinero. No dice que está trabajando en otra ciudad.

Yun Seo se dio la vuelta y se marchó, no tenía sentido seguir con la discusión. Necesitaba tomar una decisión... Tal vez debía dejar su orgullo a un lado y pedirle ayuda a Ji Hu, decirle la verdad sobre el bebé. Confesarle que su matrimonio no era más que una fachada, que el anillo que llevaba en su dedo, era de su madre. No lo pensó más, levantó la mano y detuvo un taxi. Iría a la clínica.

Woo Bin tomó el peluche y lo apretó con fuerza contra su pecho. Si tan solo Jin Hee se lo hubiese dicho... jamás la habría abandonado. Debía remediar las cosas. Le había hecho daño al dejarla, y ahora se lo haría a Hye Sun. ¡Demonios! Lo había complicado todo con su estupidez. Ahora entendía el porqué de sus estados de ánimo... debían ser por el bebé.

Dejó el osito donde estaba y llamó al director Lee. Si ella conservaba su celular, en pocos minutos sabría donde estaba. Luego dobló la carta y la guardó en uno de los bolsillos de su traje.

—Joven amo —El director Lee llamó pocos minutos después—, ya tengo el paradero de su esposa.

Woo Bin tomó un papel para anotar la dirección; pero conocía aquel lugar muy bien. Era uno de los bares de su familia. Le pareció extraño que estuviese allí; pero no tenía tiempo para detenerse a pensar en eso, debían hablar cuanto antes. Aun no estaba seguro de qué o cómo haría las cosas; pero debía verla, que al menos supiera que podía contar con él. 

Cuando llegó al bar, uno de sus hombres lo guio hasta el restaurante donde se encontraba. Estuvo a punto de correr hacia ella, pero en ese momento el hombre que cantaba en el escenario se acercó a su mesa mientras cantaba. Las letras de aquella canción era una declaración de amor. No podía creer que algo así estuviese pasando delante de sus ojos. Que otro hombre le estuviese declarando su amor a su esposa. Y lo peor, que ella se mostrase tan dispuesta. Sintió la sangre fluir hacia su cabeza. Sabía que no tenía derecho a reclamar nada; pero no podía permitir que aquel tipo le pusiese un dedo encima. Sin importar como estaban las cosas, ella seguía siendo su mujer. Caminó con firmeza mientras la gente gritaba:

¡Beso, beso, beso...!

Y apartó al tipo, dándole un fuerte golpe en la mandíbula. Luego miró a Jin Hee y fue como si el tiempo se detuviese para ambos. Estaba tan linda como siempre, pero con cierto aire de madurez. En solo un mes, se notaba que algo en ella había cambiado. Tragó saliva, esperaba que no sus sentimientos por él. Aunque estaba con Hye Sun, le dolía pensar en esa posibilidad. No se había detenido a meditar en eso cuando la abandonó.

El príncipe de la mafia/Boys Over FlowersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora