14. El costo de amar

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"El amor, para que sea auténtico, debe costarnos" Madre Teresa De Calcuta

Yun Seo intentaba sacar las cuentas del día; pero su bebé estaba más activo que de costumbre. Se recostó en el sofá y llevó sus manos al vientre. Sonrió al recibir una patadita. Al parecer, no heredaría el tranquilo temperamento de su padre... ¡pateaba fuerte! Y aunque en ocasiones la despertaba a mitad de la noche, en su vida, no había experimentado nada más hermoso. Lo único que le dolía, era el no poder compartir esos momentos con Ji Hu. Pero, al despedirla de aquella manera tan cruel, le había demostrado cuan poco le importaba. Además, estaba muy resentida.

Las cosas habían ido de mal en peor. Al no conseguir empleo, su vida y la de sus hermanas, sufrió un terrible retroceso económico. Fue así, como terminó trabajando en el mercado, y viviendo casi en la miseria. Por eso, a pesar de su embarazo, trabajaba arduamente. No quería que sus hermanas ni su bebé, crecieran en medio de tanta pobreza. Y a pesar de que trabajar en el mercado no era ni fácil, ni agradable, al menos, les daba de comer. Lo bueno, es que las ventas habían mejorado notablemente en las últimas semanas. Gracias a ello, pudo comprar algunas cosas para el bebé. Y aunque faltaban muchas otras, ahora contaba con lo indispensable. El resto, lo iría comprando bajo la marcha. 

Lo que no sabía, es que varios días de la semana, después de salir de la clínica, Ji Hu la observaba mientras ella caminaba de regreso hacia su casa. Sin saberlo, era testigo del crecimiento de su hijo. Día a día, había visto crecer el vientre de Yun Seo, y aquello lo embargaba de tristeza... Había perdido a Jan Di por ir tras un espejismo, y ahora, perdía a Yun Seo por la misma razón. A pesar de eso, quería sacar el valor para enfrentarla una vez más; pero, el que estuviese casada era una barrera infranqueable. Su historia con ella estaba terminada.

Jin Hee abrió los ojos y permaneció inmóvil durante un rato. Anoche había bebido, sí... Pero, en ningún momento logró sacar a Woo Bin de su cabeza. Al inicio rio un poco, pero aquello... Aquello fue una risa amarga. Una risa, que al final la hundió en una abismo mucho mayor.

Fue en ese momento que tocaron a la puerta. Y aunque tambaleándose, estúpidamente, corrió hacia esta pensando que era Woo Bin... ¡Creyó que había regresado...! Pero no, no era él.

Quien estaba a su puerta, era el doctor.

—Doctor Yun —dijo, tambaleándose.

Ji Hu se sorprendió de su estado.

—Tú, estás...

—¿Borracha? Usted mismo puede verlo —respondió ella, al tiempo que se servía otro vodka—. ¿Gusta acompañarme?

Ji Hu le arrebató el vaso de las manos

—¿Por qué bebes de esta manera? Y, ¿Dónde está Woo Bin? ¿No se supone que ya había regresado de Japón?

Jin Hee bajó la mirada. Estar ebria no le servía de nada. Escuchar su nombre seguía siendo igual de doloroso. Pensar que la había abandonado, lastimaba su alma con la misma intensidad.

No dijo nada, se lanzó a los brazos de Ji Hu en busca de consuelo. Él, sin saber qué hacer, la rodeó con sus brazos, mientras ella hundía la cabeza en su pecho. Así estuvieron un rato, hasta que finalmente su llanto se calmó.

Ese fue el último recuerdo de la noche.

Ahora despertaba en la habitación de huéspedes. Intentó levantarse; pero un bulto a su lado la sorprendió. Bajo las sábanas había otra persona. Sintió que el mundo se le venía encima. Eso solo podía significar una cosa, que ella y Ji Hu habían pasado la noche juntos. No había otra explicación. Tomó la lámpara de la mesita de noche y la empuñó con todas sus fuerzas. El primer golpe fue seco. Lo que había hecho no tenía justificación.

—¡Pervertido! —gritó, repitiendo el golpe—. ¡Aprovechado!

Pero de debajo de las sábanas se escapó un grito femenino.

—¿Qué te pasa? —exclamó Jan Di, aventándose al suelo, por el otro lado de la cama—. ¿Te has vuelto loca?

Jin Hee soltó la lámpara.

—¡Jan Di unnie! —corrió para verificar cómo estaba—. ¿Te encuentras bien?

—¿Qué ha sido todo esto? —preguntó Jan Di, tocándose la cabeza.

Tenía varios chichones.

—¡Lo siento! —Jin Hee estaba apenadísima—. ¡No sabía que fueras tú!

—Y, ¿Quién creíste qué era?

Jin Hee se sonrojó... ahora que lo pensaba mejor, su idea era absurda.

—Creí que era el doctor Yun.

Jan Di se sorprendió. Ella conocía a Ji Hu mejor que nadie y sabía que él era incapaz de aprovecharse de una situación así. Y más, tratándose de la esposa de uno de sus mejores amigos. No importaba cuanto le gustara. 

El príncipe de la mafia/Boys Over FlowersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora