27. Prisionero

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"Los hombres no son prisioneros del destino, sino de sus propias acciones" autor desconocido

Woo Bin recibió una llamada de Jin Hee, acababa de terminar una junta importante e iba de salida para almorzar con unos clientes por negociaciones de un posible proyecto en Japón.

—¿Cómo estás, cielo? —exclamó, subiendo al auto. Un volvo negro con carrocería reforzada, puertas de ocho pulgadas de espesor y vidrios blindados. Su asistente estaba sentado a su lado esperando que finalizara la llamada para ponerlo al tanto de los pormenores, un guardaespaldas iba sentado junto al conductor y al menos un par más, en un auto detrás de ellos. La época donde hacía su vida sin preocuparse mucho por la seguridad había pasado.

Jin Hee aún estaba en la clínica y moría de ganas por contarle lo del bebé; pero deseaba hacerlo en persona, así que se contuvo. Además, no estaba segura de que lo tomara bien, él ya había expresado su deseo de que entrara a la universidad en lugar de convertirse en madre a tan temprana edad.

—Woo Bin, ¿crees que podemos almorzar juntos?

Él hizo una pausa, por un segundo estuvo a punto de contestar que sí; pero no sería nada profesional hacerlo.

—Me encantaría, de verdad; pero tengo una cita de negocios muy importante y no puedo faltar —se quedó un poco pensativo, mientras el auto avanzaba por el fluido tráfico de Seúl—. Pero, podríamos vernos en dos horas, cancelaré la agenda para el resto del día, ¿te parece bien?

Jin Hee sonrió, aquello era mucho mejor.

—Entonces llámame en cuanto estés libre, iré de compras mientras tanto.

Jin Hee bajó del vehículo frente a un centro comercial. Y aunque sencilla en su manera de vestir, era naturalmente sexy. Llevaba unos jeans azul oscuro y una blusa negra de seda con un llamativo escote y el cabello suelto sobre los hombros. Sus guardaespaldas iban detrás de ella, mirando hacia todas direcciones mientras avanzaban. La protección que Woo Bin tenía para sí, también la tenía para su esposa. Su padre había hecho lo mismo con su madre y hermanas. Jin Hee entró a una tienda para artículos de bebé, aunque era muy pronto, deseaba comprar algunas cosas. Miró a su alrededor, había tantas cosas que no sabía por dónde empezar.

—¿Se trata de un obsequio? —preguntó una vendedora acercándose a ella.

Jin Hee negó con la cabeza.

—No, en realidad son para mí, acabo de enterarme que estoy esperando y quiero empezar mis compras.

La mujer se sorprendió, se veía demasiado joven; pero tras mirar su argolla de matrimonio sonrió felicitándola. Luego la guió hasta la sección de ropa de bebes. Jin Hee observó los estantes sin tener idea por dónde empezar. Aún era muy pronto para conocer el sexo del bebé, así que debía elegir colores neutros, eso lo tenía claro; pero en cuanto a las tallas no tenía idea de cómo interpretarlas.

—Debe evitar las tallas pequeñas; porque los bebés crecen muy rápido, una talla cero le durará si acaso unos días y si es un niño grande tal vez ni siquiera la use —dijo la mujer, al notar la confusión que se adivinaba en su rostro. Y le mostró las tallas a las que se refería—. Es mejor empezar por la talla uno en adelante.

—¿Y qué cosas debo comprar exactamente?

—Bueno, puede comprar bodies, pijamas enteros, conjuntos de dos piezas, patucos, gorritos que cubran las orejas, baberos, batas de baño, saco para dormir, trajes buzo para salir a la calle bien abrigado cuando haga frío.

Y mientras hablaba, la mujer le iba mostrando un ejemplo de cada cosa.

—Que cositas más tiernas —Jin Hee se emocionaba observando lo pequeñitas de las prendas, palpando la suavidad de las telas.

El príncipe de la mafia/Boys Over FlowersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora