10. Noche de Bodas

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"Mirar hacia atrás, te distrae de lo que tienes delante de ti" Anónimo.

Woo Bin se había prometido ir con paciencia... Sin embargo, casi de inmediato, empezó a desvestirla. Inició con la tiara, el velo, las piedras preciosas... Luego le soltó el cabello, que cayó sobre sus hombros de un modo seductor.

Se miraron a los ojos durante algunos minutos antes de unir sus bocas en otro beso. Jin Hee podría no tener experiencia, pero la voz de Ga Eul sonaba en su mente: Solo déjate de llevar... Y eso estaba haciendo. Su propio cuerpo parecía indicarle lo que debía hacer.

Woo Bin bajó el cierre de su vestido con una agilidad casi innata. Que era un hombre de experiencia, era evidente. No le había costado en lo más mínimo, despojarla del complicadísimo traje de novia. En escasos minutos, el vestido blanco e inmaculado, estaba en el suelo, a un lado de la cama. Pero paradójicamente, él seguía completamente vestido. Era una situación desventajosa para ella, así que Jin Hee se armó de valor, y con manos temblorosas le quitó el frac, y empezó a desabotonarle la camisa.

—Jin Hee... —él susurró su nombre, y ella sintió una oleada de placer recorriendo su cuerpo. Sus mejillas se tornaron al rojo vivo, y una leve sonrisa se dibujo en los labios de Woo Bin en cuanto lo notó. Las mujeres que frecuentaba habían perdido esa facultad. No había nada que las sonrojase.

Eso hacía este momento aun más especial.

Cuando estuvo sin camisa, se quitó los zapatos por sí mismo y se sentó en la cama para admirarla. La recorrió con los ojos palmo por palmo. Quería hacer una impresión mental de todo su cuerpo. Ella estaba de pie, con la mirada fija en el suelo, avergonzada. Pero, ¿de qué podía avergonzarse, cuando poseía un cuerpo hecho para el amor?

Tenía la piel de una niña, blanca e impecable; la cintura, estrecha; el busto deliciosamente pronunciado; las piernas, largas y torneadas... Y como si eso no bastara, llevaba puesto un conjunto blanco de lencería: Corsé, medias con ligeros, y un pequeño biquini.

—Eres perfecta... —dijo él, atrayéndola hacia sí.

Jin Hee temblaba. Y aunque Woo Bin entendía sus miedos, realmente se le hacía difícil irse con calma... La miró a los ojos, deseando perderse en su mirada; pero ella vaciló.

Inesperadamente, Jin Hee se sintió temerosa ante lo desconocido. No quería actuar así; pero no podía evitarlo. Eran tantos sus miedos, y en ninguno de ellos estaba involucrado el dolor. Su principal temor era no ser suficiente mujer para él. No complacerlo, como sabía, habían hecho otras mujeres en el pasado. Había leído algo, pero no era lo mismo. De la letra a la acción había un trecho bastante grande.

Woo Bin la abrazó con ternura... Sabía que debía tranquilizarla, hacerla sentir segura... Entonces se alejó un poco y la miró a los ojos.

—Lo que vas a darme —dijo besando su frente_, nadie jamás me lo ha dado. Esta noche no solo es especial para ti, también lo es para mí.

Jin Hee sintió que las lágrimas inundaban sus ojos. Sus palabras la habían emocionado; pero no iba a llorar... No ahora, no cuando el corazón de Woo Bin latía tan aceleradamente. Su pecho era firme. Lo recorrió con sus manos en una prolongada caricia, y palpó lentamente, la amplitud de sus hombros. Tenía miedo, no podía negarlo; pero su deseo era mucho mayor. El deseo de ser suya, de estar entre sus brazos, de sentir su cuerpo sobre el suyo como uno solo, era mucho mayor.

Temiendo que la voz le temblase, no dijo nada. Hizo su cabello a un lado, y dándole la espalda, le invitó a desatar las cintas de su corsé.

Al instante, Woo Bin comprendió que estaba lista para continuar. Desató la cinta del corsé con delicadeza, y uno a uno, fue liberando todos los broches, al tiempo que rosaba la piel expuesta con sus labios.

La humedad de su boca contra su piel era una sensación conocida para Jin Hee... Una sensación que había llegado a extrañar... Una sensación agradable, tanto, que cuando el corsé cedió, no lo percibió. No, hasta que las manos de Woo Bin cubrieron la curva de sus senos con ardiente posesión. Esto le hizo pronunciar su nombre en una exclamación ahogada.

—¿Quieres que me detenga? _preguntó él.

Estaba jugando; pero ella negó con la cabeza inmediatamente. Woo Bin sonrió y llevó sus labios, donde antes, habían estado sus manos.

¡Aquello fue un shock eléctrico!

Él abrió su boca, devorando todo lo que estaba a su alcance. Lamía, besaba, mordisqueaba. La besó con tanto ardor, que por un instante, Jin Hee creyó que iba a desmayarse. Su cuerpo reaccionaba precipitadamente con cada toque, con cada caricia, pidiendo más... Y él respondió, recorriendo cada centímetro de su cuerpo, con la seguridad de un amante experto.

—Woo Bin... —ella jadeó su nombre involuntariamente, cuando éste exploró atrevidamente, su delicada femineidad. Y aunque hubo un momento en que por vergüenza quiso negarle el acceso, Woo Bin se lo impidió. No se apartó, hasta que la sintió estremecerse de placer.

Entonces, se alejó para mirar su cuerpo desnudo. Poseía la tersura de la piel infantil, y la natural firmeza que solo la juventud puede otorgar. Ella temblaba. Entonces, la boca de Woo Bin volvió a apoderarse de la suya, en un absoluto beso francés.

La necesitaba, la necesitaba tanto, como al aire que respiraba.

—Jin Hee... —ahora fue él, quien jadeó su nombre_, te necesito _dijo, elevándose por encima de ella, buscando en su rostro cualquier rastro de miedo o renuencia; pero Jin Hee le rodeó la cintura con sus manos, en una inconfundible invitación.

Woo Bin fundió su boca con la suya en nuevo beso, hasta que las necesidades de ambos, desembocaron en una búsqueda ansiosa. Entonces, él se movió entre sus muslos, entrando en ella con lentitud, permitiéndole acostumbrarse a su cuerpo.

Fue todo un ritual... y hubo momentos en que tuvo que permanecer inmóvil, en espera de que el cuerpo virginal se acostumbrase al suyo. Pero cuando la penetró totalmente, ella ya estaba preparada para recibirlo. Enseguida, cualquier sensación de dolor desapareció, y con movimientos suaves, pausados, rítmicos, Woo Bin empezó a moverse dentro de ella. Era una caricia larga, lenta, placentera... Tan placentera, que apenas podía controlarse... había una diferencia abismal entre el cuerpo virginal de su esposa, y sus antiguas amantes. Su respiración se torno ronca, violenta , entrecortada. Estaba cerca del clímax, pero debía esperar a Jin Hee.

Entonces, se detuvo abruptamente.

No entendiendo lo que sucedía, Jin Hee se inquietó. Aunque podía percibir los violentos latidos del corazón de Woo Bin contra su pecho desnudo, llegó a creer que lo estaba desilusionando.

—Woo Bin, por favor —suplicó temerosa—, no te detengas...

—Jin Hee... —él solo acertó a repetir su nombre, mientras retomaba el ritmo de sus movimientos.

Así, aquellas sacudidas, lentas al inicio, fueron acelerándose hasta que ella, dejándose llevar por el entusiasmo, copió sus movimientos, y empezó a moverse al mismo ritmo. De repente, ya no sentía su cuerpo... Solo sentía a su esposo moviéndose dentro de ella, dándole un placer del que no tenía conocimiento. Entreabrió los labios, pero aquello resultó en un grito silencioso. Lo que estaba sintiendo la sobrepasaba. Sus delicadas manos recorrieron la espalda masculina, y sus dedos se enredaron en su cabello castaño; mientras sentía que se elevaba por sobre la tierra, fundida en una tibia comunión.

Woo Bin gritó su nombre, y ella gritó el suyo, mientras sus bocas se buscaban ávidamente, para sellar con un beso, el infinito placer que se había apoderado de sus cuerpos desnudos...

—Woo Bin —exclamó Jin Hee, cuando se separaron—, te amo.

Él la besó en la frente.

El príncipe de la mafia/Boys Over FlowersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora