6) Derek, consejero sexual

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6) Derek, consejero sexual

Alexa:

Le di una mordida a la tostada con jalea y mastiqué lentamente, mirando un punto fijo en el tejado. Esta acostada en el suelo del salón porque mi espalda dolía una barbaridad, pero también tenía hambre e intenté comer así. Casi me ahogo. Me volteé para desatorarme, quedando apoyada sobre mi hombro derecho, de forma que mi campo de visión daba directo a la puerta de la habitación de Derek. Noté que había colgado un pequeño cartel que decía "Zona de música" con una guitarra eléctrica debajo. Bonito. No sé que pondría yo en un cartel así siendo estudiante de Publicidad y relaciones públicas.

Mis divagaciones se cortaron cuando vi la puerta de Derek abrirse de forma cautelosa. Luego Derek asomó su cabeza y repasó los alrededores. Lo observé extrañada y cuando dejó ver su cuerpo por completo hablé.

—¿Qué se supone que haces?



Derek:

Abrí los ojos pestañando adormecido. Di una vuelta en la cama para acurrucarme y continuar durmiendo, pero en cambio di un salto que me quitó el sueño. Había una chica a mi lado y ya era de día, la luz colándose a través de la ventana me lo advertía.

Salí de la cama en busca de mi teléfono como un loco para ver que hora era. Las once de la mañana. De seguro ya Alexa y Mack estarían despiertas, joder.

—¿Todo bien? —preguntó la chica mirándome algo desconcertada por mi actitud.

—Es que... se me hace tarde para trabajar —mentí —. Te tienes que marchar. Y mi compañera no te puede ver. Es... como un ogro. Es mala con las chicas, las odia. Te arrancaría el cabello.

Argumenté a toda prisa sin pensar mucho en la cantidad de estupideces que salían de mi boca.

—Vale. Me vestiré —accedió la chica procediendo a ponerse el vestido que llevaba anoche.

Una vez los dos estuvimos lo más decentes que nos fue posible abrí la puerta todo lo despacio que pude, haciendo el menor ruido posible. Asomé un poco la cabeza y miré a mi alrededor. En el sofá, en el sillón, en la cocina, hacia la puerta de la habitación de Alexa. Todo estaba despejado. Quizás Alexa había llegado tarde de su cita y Mack no parecía una persona madrugadora. Suerte la mía.

Salí de la habitación sigilosamente y le hice a la chica una señal para que me siguiera, sin embargo, una voz de la nada me dejó paralizado en mi sitio.

—¿Qué se supone que haces? —miré a todos lados buscando el lugar de donde procedía la voz —. Aquí abajo.

Bajé la vista a las baldosas del suelo junto al sofá. Me encontré con la cabeza de Alexa. Era la única parte de ella que la longitud del sofá no escondía. Tenía el entrecejo arrugado y con su boca formaba una mueca rara.

Reí nervioso e hice lo primero que se me ocurrió. Agarré a la chica del brazo y la guié a la salida.

—Me alegra haberte visto querida —solté —. Ese vestido te queda divino ¿Te lo dije? Un día de estos me lo prestas.

—¿Qué? —La chica parecía muy confundida. Nadie podía culparla.

—Eso, amiga.

—Como sea ¿Me llamarás?

—Claro que sí. Cualquier día de estos. Adiós, querida —dije y cerré la puerta.

Cuando regresé al salón Alexa ya se encontraba de pie. Comiendo una tostada con jalea mientras me observaba expectante.

Todo es sobre tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora