21) Tres personas y una situación incómoda

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21) Tres personas y una situación incómoda

Alexa:

Nuestros rostros estaban tan cercanos que podía observar con detalle su boca entreabierta, que lo ayudaba a recuperar el aliento, sus labios irritados, por los agresivos besos, su cabello despeinado, por mis propias manos, sus ojos brillando, reflejando la única luz en la habitación, fijos en mí mientras yo lo repasaba a él. Me resultaba extrañamente normal que nos encontráramos en esta situación, como si esto hubiese estado destinado a suceder.

Me hubiese quedado idiotizada mirándolo sin aburrirme, principalmente cuando su boca se curvó en una sonrisa traviesa al ser muy evidente que no podía parar de comérmelo con la mirada. Sin embargo, estaba desesperada. Algo en mí, que no era mi lado racional, me estaba impulsando a lanzarme sobre él.

Eso hice.

Lo empujé a la cama y, cuando estuvo sentado sobre el borde de esta, me subí encima de él, a horcajadas. Deposité un par de besos en el recorrido desde su boca a su oreja. Una vez ahí, en un susurro, dije:

—Tócame como a una de esas guitarras que tienes colgadas en la pared, Derek.

Pero su sonrisa desapareció, me apartó de sí como si tuviese alguna enfermedad viral, mirándome con cara de asco.

—Entiéndelo, Alexandra —espetó —. ¡No me gustas! ¡No me gustan las chicas!

Me encogí sentada en la cama, decepcionada y triste. Tenía un nudo en la garganta, su rechazo me sentaba mal. Cerré los ojos muy fuerte, con una sensación horrible oprimiendo mi pecho y, cuando los volví a abrir, las cosas eran diferentes.

Estaba en una cama, pero no en la suya, en la mía. Estaba acostada y no sentada echa un ovillo. No había nadie más en la habitación, solo yo. En resumen, había sido todo un sueño. Lo único que perduró fue el sentimiento amargo que apareció al final del sueño. Gruñí molesta y salí de la cama.

Llevaba dos semanas teniendo este tipo molesto de sueños. Supuestamente había arreglado las cosas con Derek, pero las cosas no volvieron a ser igual. Lo sentía... distante, extraño. Quería pensar que era paranoia mía porque en realidad él tampoco había tenido mucho tiempo de estar en casa. Con el tema de la reunión con el productor pasaban muchísimo tiempo preparando el sencillo que debía mostrar. No obstante, no podía ignorar esa voz interna que me decía que su ausencia tan continuada sí que tenía que ver conmigo. Ese pensamiento se alimentaba con cada interacción que tuvimos últimamente, las cuales se reducían a que yo le ofreciera un plan para pasar un rato juntos y él pusiera excusas. Algunas me las podía creer porque estaban relacionadas con la banda, pero otras me hacían sospechar como que "tenía que irse a dormir porque esa noche había cambio de horario y tendría una hora menos de sueño". Ahí es donde aparecía esa maldita voz interna.

Supongo que de eso se trataban los sueños, de mí jodiendo mi amistad con Derek una y otra vez por impulsos absurdos.

Suspiré y me tiré en el sofá junto a Mack. Ella veía la televisión medio dormida aún, con una taza de café entre sus manos. Sorbió de forma sonora y se quejó en voz baja de que estaba demasiado caliente. Entonces volteó hacia mí.

—Deja de mirarme tan fijo, no me puedo concentrar en la televisión con el peso de tu mirada en el lado derecho de mi cara —gruñó —. Por cierto, que mala cara tienes ¿Otro de esos sueños?

—Sí —Mack sabía que había estado teniendo sueños que me incomodaban, pero no había entrado en detalles con el contenido, porque entonces tendría que contarle sobre el beso con Derek, y, sinceramente, no quería que una tercera persona me refirmara que había sido una idiota.

Todo es sobre tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora