8) Mack vs Lucas

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8) Mack vs Lucas


Mackenzie:

Derek nos observaba paralizado, como si ninguna explicación que se le ocurriera encajara con lo que veía. Lucas, como no, mantenía su expresión de "nada me asombra". Y no le habría dado importancia si él no hubiese abierto su boca para decirle aquello.

¿Por qué siempre que veo a la rubia está llorando?

Mientras más lo repetía en mi cabeza, más apretaba la mandíbula. Ya su actitud empezaba a amargarme un poco. Ni siquiera me conocía para ser tan antipático e insoportable. Yo era una buena chica, era amable y agradable con todos. Las personas no se metían conmigo porque yo no le daba razones para ello. Así que me ponía de una mala ostia que alguien que solo me había visto dos veces actuara de esa forma de gratis.

— ¿A ti que te importa que llore? ¡Solo me has visto dos veces antipático de m...! —me corté porque Alexa me agarró del brazo y tiró de mi cuando me lanzaba en dirección a Lucas.

—Vas envuelta en una toalla —masculló de forma confusa cubriendo su boca con la mano que tenía libre.

Bajé la vista a mi torso y recordé que a penas había salido del baño. Me dio tanta rabia estar en esas condiciones. Sentía que le restaba credibilidad a mi forma de defenderme, que me hacía ver patética y estúpida. Como si le diera armas a mi enemigo en plena guerra.

—Arg.

Me quejé de mal humor pasando por al lado de los chicos a toda prisa.

—Se enfadó la princesita consentida —escuché a La Sombra decir y me detuve en el acto, di media vuelta y le lancé sobre su espalda empujándole con mis dos manos.

Solo que olvidé el detalle de que, para poder tener libres mis manos, debía soltar la toalla. Por eso es que uno debe pensar antes de actuar, y nunca al revés. La tela felpuda que cubría mi cuerpo desnudo cayó al suelo. Al igual que Lucas y yo. El pecho del pelinegro contra el suelo, y mi pecho contra su espalda. Mi pecho desnudo, mi torso desnudo, mi zona íntima, yo como vine al mundo. Todo contra su espalda.

En medio de los quejidos de Lucas, el grito ahogado de Derek, escuché el chillido de Alexa mientras corría hacía nosotros y cubría mi trasero con la toalla que levantó del suelo.

Muriéndome de la vergüenza miré de reojo a Derek que, por algún motivo, había mirado hacía otro lado. Luego desvié mi atención a Alexa que aún sostenía la toalla que me cubría por detrás.

En medio de aquella situación el insoportable pelinegro abrió su boca para soltar otra de sus sandeces.

— ¿Podrías despegar tu cuerpo desnudo de mi ropa? Estaba recién lavada.

Lo iba a matar.

Si Alexandra no me hubiese despegado de él a la fuerza le hubiese ahorcado con mis propias manos. O al menos le hubiese arrancado algo de su estúpido cabello largo. Me cubrí nuevamente y la pelinegra me escoltó hasta la habitación para que me pusiera algo de ropa. Tenía tanto genio que sentía que mi cabeza iba a explotar.

Como puede ser alguien tan pesado y repelente, de verdad.

— ¿Por qué Derek es amigo de ese idiota? Son tan diferentes —comenté terminando de ponerme la camiseta —. Derek es tan genial y Lucas es... una caca de perro apestosa que nadie quiere cerca.

—Sí, no es precisamente un ser de luz —apoyó Alexa —. Pero ignóralo. O mejor, dale de su propia medicina.

—Lo intentaré, pero la única medicina que quiero darle ahora mismo es la de la eutanasia.

Todo es sobre tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora