17) ¿Los amigos hacen eso?

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17) ¿Los amigos hacen eso?

Alexa:

Luego de que Mack se perdiera entre la multitud, quedamos solo el chico con el que había tropezado, Derek y yo. No había silencio porque el bullicio de la fiesta lo impedía, pero si hubiésemos estado los tres solos en una habitación de seguro lo único que se escucharía serían nuestras respiraciones.

—Entonces ¿Cuál dijiste que era tu nombre? —pregunté para sacar algún tema.

—Nunca dije. Soy Darío.

— ¡Eh! Derek, ese se parece a tu no...

—Sí, sí —me cortó Derek repasado a Darío de pies a cabeza.

—Darío, este es uno de mis compañeros de piso —presenté al castaño maleducado que no dejaba de mirar a Darío con mala cara.

—Y el guitarrista de la banda. Muy buena actuación, por cierto —comentó Darío encantador.

—Sí, gracias —se limitó a contestar Derek y su forma de responder comenzaba a ponerme incómoda. Estaba a nada de mandarlo a darse un paseo.

—Me tropecé y gracias a Darío no acabé en el suelo —conté sonriéndole a Darío con gratitud.

—Que hazaña.

—Derek, creo que quizás se te antoja algo para beber ¿No? —lo encaminé un poco en dirección a la barra —. Tómate algo fuerte para celebrar que todo salió estupendo, ¿vale? Te quiero, amigo.

El castaño tiró de mí para alejarnos un poco de Darío.

— ¿En serio te quieres quedar con él? —preguntó frunciendo el ceño —. Lo digo por como terminaron las cosas con Jonas y con el chico de la tienda de ropa.

—Tengo que dar oportunidades, Derek. Si no les doy a las personas la oportunidad de demostrar lo que son capaces de dar ¿Cómo voy a saber si he dejado escapar justo a quien busco?

Se cruzó de brazos asintiendo antes de marcharse dejándome a solas con Darío.

—No se que le pasa, él no es así —excusé el comportamiento de mi amigo.

—Quizás esperaba que esta noche la terminaras con él.

— ¿Qué? ¡No! Para nada —negué rápidamente gesticulando con las manos —. Solo somos amigos.

— ¿En serio? —insistió enarcando una ceja con duda.

—Sí, en serio —pensé un momento antes de decir lo siguiente —. Digamos que no soy el tipo de Derek.

—Vale, pues entonces te puedo invitar a bailar yo.

Eso fue lo que pasó.

Nos dirigimos el lugar donde se concentraban las personas bailando, donde la música se escuchaba tan alta que no podías hablar ni a gritos. Igual no lo necesitábamos. Solo nos mirábamos, sonreíamos y seguíamos bailando. No hacía falta llenar ningún vacío con palabras porque no hubo de esos vacíos. Era increíble.

En un momento me agarró la mano y tiró de mí para apartarnos a un lugar menos concurrido.

—Creí que nos vendría bien un poco de aire fresco —comentó.

Pasamos por unas bebidas antes de tomar asiento en el borde de una gran jardinera de concreto. Darío colocó su bebida a su lado y sacó de su bolsillo algo. Un paquete de cigarrillos y un encendedor.

Todo es sobre tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora