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Mara

A la mañana siguiente él no estaba. Lo busqué por todo, pero no estaba. Y luego me enteré de que se había ido. Ya no estaba en Marsella. Yo me encontraba rota, pero bueno, debería centrarme en mi novio y en hablar con él. El hombre al que yo quería tanto me odiaba, seguro que lo hacía. Llamé a mi novio, espero que se alegre de saber de mí.

–Hola, amor.

–Hombre, estás viva...

–Y tú...

–¿Tienes algo que contarme?

–Lo siento.

–Soy un cornudo. Lo sabía.

–¿Podemos hablar de esto cuando vaya? Por favor.

–... Que sepas que estoy muy cabreado contigo.

–Está noche vuelvo, ven a mi casa.

–Vale.

Suspiré y colgué. En el fondo tengo ganas de verlo, aunque seguro que está cabreadisimo conmigo. Bueno, me lo ha dicho, que lo está. Todo tiene arreglo, seguro que sí, no sé. Fui al buffet del hotel donde estaban mi padre y mi ahora madrastra desayunando. Ana me miró un poco mal, bueno, normal...

–Buenos días.

–Buenos días –sonríe mi padre.

–Me vuelvo esta tarde para casa. ¿Vosotros os vais de luna de miel?

–Claro.

Volveré sola entonces. Joder...

–He hablado con George.

–¿Vais a volver?

–Puede.

–Ojalá que sí.

Ana miraba a mi padre también mal. Creo que se ha dado cuenta de lo que ha pasado. O al menos tiene una idea.

–¿Qué te pasa a ti con las miradas?

–No, nada. No tengo hambre –se levantó–. Luego nos vemos, cariño –miro a mi padre y a mí me miró con cara de que fuera con ella. Quiere hablar conmigo. A saber.

Acabé yendo detrás, me paró en el pasillo.

–¿Qué coño le has dicho a mi hijo para que acabe así?

–Lo primero, tranquila.

Ella respira y se pasa las manos por la cara.

–De verdad, te quiero mucho. Te he cogido mucho cariño. No quiero tener nada en contra tuya, pero soy madre, me duele mucho ver cómo mi hijo se apaga...

–¿Y por qué tiene que ser culpa mía?

–Él me lo dijo. Según él, solo lo querías para follar. Mira... no creo que tú seas así. Te juro que yo no diré nada si me dices la verdad, te doy mi palabra.

–Culpa de mi padre.

–¿En serio? –Asentí–. Por dios... ¿qué te ha dicho?

–Te va a doler, Ana.

–Las verdades duelen.

"No es suficientemente bueno para ti, acabará cansándose de ti así como ha hecho con todas".

Ella baja la mirada y veo como sus ojos se llenan de rabia.

–¿Cómo puede pensar eso de él? Mi hijo no es así. Se nota que te quiere.

la Fórmula y el número 1 [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora