Era el día de la ejecución de Petronilla.
Grandes cantidades de personas se habían ido congregando en la capital de Kadye desde esa misma mañana.
Normalmente, los días solían ser tranquilos en el Palacio Imperial, pero la gran cantidad de personas y la atmósfera sombría fueron un presagio de los sucesos que estaban por venir.
El lugar de la ejecución estaba localizado cerca del palacio; en la plaza Gervianen.
Dentro de la multitud, las personas se empujaban las unas a las otras para poder tener una mejor vista del centro de la plaza y de la guillotina puesta en el medio de la misma.
La hoja de acero relucía perversamente anhelando víctimas.
Patrizia estaba arrodillada, atada con cuerdas y a la espera de su castigo.
Patrizia había estado mirando al suelo todo este tiempo, pero en algún punto, levantó la mirada en busca de sus padres, los cuales también estaban arrodillados.
Lágrimas amenazaron con salir sin cesar de los ojos de Patrizia, debido a las injusticias sufridas por su familia y su miserable persona, pero ella sabía mejor que nadie que no valía la pena.
"Rizi."
Patrizia giró su cabeza en dirección a la suave voz que la llamaba.
Las ataduras lo hicieron difícil, pero logró arreglárselas para poder mirar a los ojos de su padre.
"Lo siento," dijo su padre con una expresión sombría."
...
"¿Por qué te disculpas, padre?"
Patrizia quería saber.
¿Por qué su padre se disculpó con ella?
No había razón alguna por la cual debía disculparse.
Todos eran víctimas, mientras que el verdadero culpable había salido impune.
Patrizia no le echaría la culpa a su padre de esa manera.
Sin embargo, contenerse no detuvo las injusticias que sufrían ni tampoco alivió su resentimiento.
"No tienes nada por lo que disculparte".
Dijo Patrizia en el tono de voz más bajo que pudo lograr.
Lo decía en serio.
Ninguno de los aquí presentes, esperando su turno en la guillotina, tenían nada por lo que disculparse.
Todos ellos eran víctimas.
"Si no, solo tendré remordimientos."
Patrizia no pudo ocultar el dolor en sus ojos.
Si solo pudiera volver atrás en el tiempo, al día en el que todo comenzó, entonces esta tragedia pudo haber sido evitada.
Las lágrimas que Patrizia había estado fuertemente conteniendo, por fin comenzaron a caer de sus ojos.
Mientras tanto, los murmullos de la multitud crecieron.
Alguien acababa de llegar.
"Todos saluden a su Majestad, el Emperador."
Un sirviente anunció ruidosamente la llegada del Emperador.
No estaba solo.
Una mujer caminó imperiosamente hacía él y se colocó a su lado.
Esa mujer era la marquesa Phelps, la amante favorita del Emperador y la que siempre estaba presente a su lado.
Al ver la cara de esa maldita mujer, la cara de Patrizia se retorció de furia, pero pudo volver a poner su expresión normal en poco tiempo.
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Dama A Reina
FantasyHace mucho tiempo, vivieron un par de hermanas gemelas muy unidas. Aunque eran muy diferentes, su amistad complacía a sus padres y las dos hermanas siempre se cuidaban mucho mutuamente. Su pacífica rutina pronto comenzó a cambiar cuando la gemela ma...