No te lo está pidiendo tu amigo

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Sus palabras entraron en mi oído atravesando mi vida entera. Me quito toda emoción dentro de mí.

—¿Qué estás diciendo? —pregunté, tratando de comprender las palabras de William.

—Tengo años enamorado de Claris, de verla a tu lado deseando amarla con mi vida, de querer besarla y acariciarla como hace años atrás lo hice.

—Pero ¿qué quieres que haga? ¿Qué es lo que me estás proponiendo?

—Vete, sal del país, déjala sola para que yo pueda entrar en su corazón y ser feliz en mis últimos días.

—William, por Dios, es mi esposa. ¿Cómo voy a hacer eso?

—¿Jonathan, tu esposa? ¿Hace cuánto no le haces el amor? ¿Un mes? ¿Dos meses? ¿Hace cuánto no la besas y la acaricias con placer? Ocho años. Dame la oportunidad de amarla como ella lo merece, algo que tú no has logrado hacer.

—¿Me estás pidiendo que abandone a mi esposa para que tú la enamores? ¿Eso es lo que me estás insinuando?

—No te lo estoy insinuando, te lo estoy suplicando.

William me aterrorizaba con sus palabras, mi corazón latía con fuerza, y no podía creer lo que estaba escuchando.

—No puedo hacerlo.

—Hazlo por mí. Deseo amar a Claris con todo mi ser. Tú sabes que no le has dado el suficiente amor y placer que se merece. Déjame amarla y ser feliz en mis últimos días, y por favor, perdóname.

Un frío recorrió mi cuerpo. Sus palabras resonaban en mi mente. Quiero a tu esposa.

—William, yo amo a Claris. ¿Cómo puedes decir eso? Durante estos años juntos, he intentado hacerla feliz, la he respetado.

—No te engañes, Jona. Tú sabes de qué hablo. Por favor, piénsalo. Te prometo hacerla feliz cada día de mi vida. Te juro que no llorará, que estaré para ella y le daré todo mi amor.

—Por favor, pídeme algo más. ¿No entiendes que, si esto sale mal, la habrás perdido tú y yo?

—Nadie entiende eso mejor eso que yo. Sé que es tomar esa decisión sin conocer el resultado final. Yo viví lo mismo hace años atrás cuando ella era mía y te la entregué. Y mira el resultado, ha sido maravilloso.

—Ella no era tu esposa, era diferente.

—Pero es la mujer que amo.

Permanecí en silencio, observando a William. No sabía qué decir, estaba lleno de emociones contradictorias.

—Jona, no es sencillo para mí pedirte esto. Comprendo lo que significa para ti. Pero sabes que pronto me despediré de este mundo, y miraré hacia atrás, y veré que he tenido todo e incluso más. Sin embargo, hay algo dentro de mí que aún no he logrado alcanzar, y es amar con toda mi alma, porque ella siempre ha sido mi esencia.

No te lo está pidiendo tu amigo, tu hermano, tu socio, te lo está pidiendo el hombre que siempre has amado. Tú, más que nadie, sabes lo que es amar a alguien con el alma y tener que renunciar a su amor.

—¿Estás seguro de que no es un capricho? Piénsalo bien, tal vez sea algo que has guardado en tu corazón, pero ella no signifique eso para ti.

—No, Jona, no es así. Yo la he amado en silencio cada día de mi vida, viéndola sonreír a tu lado, destrozándome el alma mientras me entregaba a otras cosas. ¿Recuerdas el día en que me dijiste que te ibas a casar con ella? Ese día traté de fingir, pero mi vida se detuvo. Ahora la estaba perdiendo, se iba a casar contigo, con mi hermano.

Estimada Claris OlsenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora