Estimada Claris Olsen

Su corazón se sinceraba

Luego de ese día de abril nos convertimos en marido y mujer el futuro prometia ser hermoso para amarnos por siempre.

Los años volvieron a pasar uno tras otro, Claris y yo logramos cosas que nunca nos hubiéramos imaginado solos. Ella se convirtió en la directora de una asociación de adolescentes en riesgo social, fundó una clínica especializada en salud mental, y el consultorio de Claudio, ahora era de ella, se convirtió en una figura destacada en campañas televisivas y su carrera llegó a su punto más alto. Ella no solo manejaba nuestros negocios y finanzas, sino que lo hacía igual o incluso mejor que yo.

Hace 5 años, mi padre falleció debido a una enfermedad que había permanecido oculta en su cuerpo. Desde entonces, asumí la responsabilidad total de la empresa. Mientras tanto, mi madre encontró el amor en un hombre más joven que ella, incluso más joven que yo.

Maggie dejo las enaguas hippies por ropa formal y poco a poco se convirtió en la directora adjunto del bufete, puesto otorgado por mi padre, él le explico a ella todas las bases que me ayudarían a mi para dirigir la empresa y actualmente no sé qué haría sin ella, bueno esto último siempre ha sido así, mi vida sin Maggie sería un caos.

William mantiene una relación bastante extensa con una auditora de Londres llamada Gaudy sin embargo no ha querido formalizar, la conocimos por rebote en una reunión y desde ese día es la luz de sus ojos, sigue viajando de un lado a otro y si se preguntan, si, sigue siendo mi más grande amor.

Mara se jubiló y a Claris le costó meses remplazarla hasta que llego Silvi una joven recién graduada que logro convencer a Claris de su talento para remplazar a Mara.

Claris y yo logramos expandir nuestros activos tanto dentro como fuera del país, consolidamos empresas sólidas. Nuestro matrimonio, durante los primeros años, parecía un sueño hecho realidad. Sin embargo, con el tiempo, como es normal en cualquier relación, la magia inicial se desvaneció. En esta etapa, nos veíamos más como socios que como un matrimonio. Siempre intentaba apoyarla y satisfacerla, pero otros aspectos se fueron desvaneciendo, como era de esperar.

La parte sexual disminuyó, como era de prever, yo hacía esfuerzos por satisfacerla. No es que no me atrajera, todo lo contrario, ya que era mi esposa y amaba cada parte de ella. Sin embargo, era una combinación de múltiples factores. En nuestro matrimonio no habían hijos, un tema del que prácticamente estaba prohibido hablar en casa.

Comencé a viajar con frecuencia por motivos laborales, y era consciente de que esto la molestaba. En algunas ocasiones, llegaba a salir tres veces al mes debido a mis compromisos. Durante mi último viaje, estuve fuera de casa durante un mes completo. Cuando regresé, tuve una discusión con Claris sobre este tema, y era evidente que ella estaba alcanzando su límite con relación a mis constantes ausencias desde que mi padre falleció.

Cuando llegué a casa luego de mi largo y último viaje saludé a Lucía y me informo que Claris estaba en la biblioteca. Caminé hasta allí por inercia, aunque deseaba verla. Sin embargo, también sabía lo que me esperaba. La encontré recostada junto a una de las ventanas, mirando hacia el jardín, vestida con un hermoso traje blanco. El aroma de su perfume impregnaba todo el salón. No me acerqué de inmediato, me quedé en la entrada observándola mientras mantenía una conversación con Silvi. Bastaron solo unos cuantos minutos para que se diera cuenta de mi presencia.

—Silvi, te llamo luego, John acaba de llegar, dijo cuando me vio en la puerta

Claris se acercó a mí con un paso muy lento cuando estuvimos frente a frente no pronuncio palabra.

—Hola ¿puedo abrazarte? Fue mi primera oración al tenerla frente a mí.

—Si le preguntas eso a tu esposa es porque crees que aún está molesta ¿no?