Sigues amándome, ¿verdad?

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Claris me hizo recordar los tiempos en los que mi padre me obligaba a tener un guardaespaldas y por eso puedo entender su perspectiva. Sin embargo no estaría dispuesto a permitir que le sucediera algo malo. Debo admitir que me llené de temor después de nuestra conversación. Pasaron al menos cuatro días en los que su enojo era evidente, y yo, por mi parte, no podía concentrarme desde aquella noche.

Estábamos en una reunión mensual revisando datos de la empresa con Mauricio nuestro contador, pero mi mente estaba en cualquier lugar menos allí. Maggie me sacó de mi ensimismamiento al hablarme al oído.

—Joha, hey, su voz me sobresaltó. —Estás bien?, preguntó con preocupación.

—Sí, sí, estoy bien.

Maggie se dirigió a Mauricio y anunció que la reunión no continuaría. 

—¿Qué pasa?, me preguntó cuando Mauricio abandono la sala.

—Maggie, no me siento bien, mi cuerpo esta acá pero mi mente en cualquier otra parte, hablé con Claris sobre tener un guardaespaldas y creo que arruiné todo.

—No, no digas eso. Claro que no arruinaste nada, ella te ama. Si debe de estar molesta y confundida, pero se le pasará y terminará accediendo.

Maggie tomó mi mano y percibió la temperatura elevada de mi cuerpo, lo que le hizo notar que estaba al borde de un ataque de ansiedad. Desde mi último episodio de ansiedad frente a Claris, no había tenido una crisis y eso me molestaba no puede ser que esté retrocediendo, pero la sola idea de que ella no aceptara me atemorizaba.

Maggie, Se acercó más a mí, colocó su mano derecha en mi pecho como si ejerciera una suave presión y susurró cerca de mi mejilla y oído.

—Estás aquí conmigo. No ha pasado nada. Respira: uno, dos, tres, exhala.

Su voz resonaba en mi oído, su aliento cálido me mantenía anclado, su presencia me impedía alejarme. Sentía su mano presionando mi pecho con firmeza.

—Estas bien Jona, estamos bien, respira una vez más conmigo, no te pienso soltar, siente mi mano en tu pecho, así me voy a quedar hasta que regreses en ti.

Su frente descansaba contra la mía, sus ojos buscaban los míos y mi corazón empezó a desacelerar su ritmo frenético. Con un pequeño sollozo, volví en mí.

Me sentí aterrado, pero no era un miedo malo. Una extraña confusión se apoderó de mí. ¿Cómo Maggie había logrado calmar mi ansiedad? ¿Cómo había conseguido traerme de vuelta? ¿Cómo había ocurrido esto? Ella me abrazó con ternura y yo le correspondí. Descansé en su abrazo, sin entender cómo había logrado darme paz, cómo sus palabras me habían devuelto a la realidad, y cómo su cuerpo había sido mi ancla en ese momento.

                                                                                       ...................

El amor de Claris hacia mi probablemente están grande como el mío por ella, ya que termino aceptando tener guardaespaldas con la única condición de que trabajaría para ella y no para mí. Y así fue así como, Enoc llego a nuestras vidas, era bastante joven para la responsabilidad tan grande que tenía, sin embargo, paso todas las pruebas que Nigel le puso y en muy poco tiempo logro ser el guardaespaldas perfecto para de Claris y eso me daba una tranquilidad absoluta.

Después de eso, todo marchó de maravilla. Nuestra relación se fortalecía día a día. Parece que alcanzamos una paz plena, algo que solo se logra con la unión de dos personas que se conocen, comparten sueños y aspiraciones. No teníamos tiempo que perder en asuntos sin sentido; nuestro noviazgo fue una continua construcción.

Estimada Claris OlsenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora