𝘐 𝘸𝘪𝘭𝘭 𝘬𝘪𝘴𝘴 𝘺𝘰𝘶

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Lo había logrado.

Hace una semana y 3 días.

Gerard lo había logrado.

Gerard estaba bien.

Gerard había vencido el cáncer.

Hace un par de años se lo habían diagnosticado y yo fui testigo de cómo estuvo avanzando. Gee faltando a clases, yo en el hospital sosteniendo su mano mientras le pinchaban con horribles agujas en la piel, su cabello reducido a nada. Todo cambiaba muy rápido y cada día era jodidamente angustiante despertar y saber que la situación no era parte de un maldito sueño convertido en pesadilla, saber que el futuro era incierto. Todo cambiaba, pero había algo que yo cuidé como nada. Su mirada, aquellos ojos verdes podrían llorar y yo lloraría con ellos, podrían verse cansados y rojos, pero jamás permitiría que se apagara ese pequeño brillo de esperanza que día a día encontraba ahí. No sé qué tan egoísta suene, pero sí él me hubiera dejado aquí yo no habría dudado un solo segundo en ir tras él para seguir sosteniendo su mano.

Sin embargo aquí estamos, sus padres y su hermano salieron para entregar un par de documentos sobre unos análisis que le habían hecho a Gee hace unos pocos días, a pesar de estar fuera de peligro era necesario hacer chequeos un par de meses más sólo para asegurarse de que todo siguiera bien, y a pesar de que no solía ser muy creyente en lo religioso cada noche pedía a los ángeles que permitieran a Gerard ser feliz hasta que los años pintaran de blanco los cabellos que poco a poco volvían a aparecer en su cabeza y que de ser posible pudiera serlo yo también, a su lado.

Aun cuando aquellos ángeles parecían escuchar mis plegarias yo aún no podía sentirme completamente tranquilo, todas las imágenes y emociones vividas simplemente no podía dejarlas fuera de mi mente, aún había ocasiones en las que despertaba a mitad de la noche después de tener horribles pesadillas donde la situación había tenido un mal desenlace que me hacían pensar en cómo pudo ser mi vida sin él. Su familia decidió que sería bueno que él se quedara conmigo en casa para pasar un buen rato viendo películas y relajarnos, pero yo ni siquiera podía prestar atención a la película o a él a mi lado, no podía dejar de pensar.

¿Alguna vez has tenido a la persona de la que estás enamorado casi al borde de la muerte y aun así tener un nudo en la garganta que te impide expresar lo que sientes? Ese nudo no ha desaparecido, todos teníamos tanto en la cabeza que no podría agregar un asunto más. He estado enamorado de este chico desde que nos hicimos amigos cuando niños y siempre he sentido tanto amor y admiración por él pero ese maldito nudo ha estado ahí cada vez que se lo he querido hacer saber, como ahora.

—¿Frankie?

—¿Huh?

Gerard me veía a través de la luz del televisor con sus lindos ojos soñolientos.

—Lo siento, te veías muy concentrado en la película —Me sonrió pequeño, como sí realmente no creyera en sus palabras.

—No, no, está bien, en realidad estaba pensando en algunas cosas.

—¿Qué pensabas?

—Nada importante. —Nada de lo que tuviera las suficientes agallas para decirlo en voz alta.

Gerard me miró atentamente un par de segundos, sin cuestionarme, como si por sí mismo pudiera descubrir la magnitud de la mentira que le decía. Yo solo agradecía que la luz del televisor fuera lo único que iluminaba la habitación porque así no podría ver lo roja que comenzaba a sentir mi cara.

—Pues —dijo enderezándose en el sillón mientras tomaba un cojín—. yo sí estaba pensando en cosas importantes.

—¿Y tú en qué pensabas?

—La verdad es que todos estos días los he pasado pensando —Gerard se acurrucó más cerca de mí mientras abrazaba su cojín y escondía la mirada—. Durante el tiempo en el hospital yo tenía mucho miedo, aún ahora es un poco extraño estar aquí, pero tú siempre estuviste a mi lado y eso me ayudaba a sobrellevar todo, nunca te lo había agradecido.

—No hay nada que agradecer Gee, yo siempre iba a estar ahí, me lo pidieras o no, yo siempre estaré junto a ti —Lo abracé protectoramente, tratando de convencerme a mí mismo que él estaba aquí conmigo, que estábamos bien—. Todos... todos teníamos miedo.

—¿Tú a qué le tenías miedo?

—A perderte y no saber qué hacer conmigo después —dije con la voz ligeramente temblorosa apretando un poco más el abrazo—. Tú... ¿Tenías miedo a la muerte?

—No... No realmente. —Murmuró apenas—. Creo que desde hace algún tiempo dejé de tener miedo a morir, me da hasta un poco de curiosidad saber cómo sería, tú sabes, el más allá y todo eso, solo me aterraba que estuviera sucediendo tan rápido, me daba miedo lo que mi muerte implicaría, lo que afectaría a mis padres, a mis amigos, a ti por supuesto, me aterraba lo que pasaría con mis sueños.

—¿Qué sueños tienes, Gee? —dije bajito, se sentía tan íntimo estar así con él, abrazados en la oscuridad.

—Es un poco tonto, no te vayas a reír —soltó una pequeña risa floja que calentó mi corazón —. pero mientras estaba en el hospital, pensaba en mi futuro, siempre he querido entrar a la universidad y ser un artista, de hecho, creo que podría presentar mi examen el próximo año, pero cuando estaba en esa camilla Frank, ese sueño se convirtió en algo terriblemente banal, entonces pensé en algo que fuera realmente importante —se detuvo un momento y la risa que soltó está vez fue más linda, como si estuviera a punto de decir algo completamente vergonzoso—. quiero casarme Frankie, quiero tener una casa, tal vez un gato, no lo sé, pero quiero construir una vida junto a la persona que ame —me miró tímido.

—Yo creo que vas a poder hacerlo —su confesión hizo que se apretara un poco mi corazón, si tan solo supiera que yo también tenía ese sueño, con él—. y tú... ¿Amas a alguien, Gee?

—Justo ahora, estoy con la persona que amo.

—¿Qué? —mi corazón dio un vuelco y sentí como si hubiera caído algo pesado en mi estómago.

—Yo... está bien sí después quieres que olvidemos esto —volvió a bajar la mirada hasta su cojín y pude escuchar como su voz se quebraba un poco, me dolió, pero aún no terminaba de procesar lo que acababa de decir—. pero justo ahora quiero que me escuches, me gustas Frankie, empezaste a gustarme hace mucho tiempo, pero no sabía cómo decírtelo y entonces yo me enfermé y podía morir, podía morir y tú nunca sabrías lo que sentía por ti —Sollozó y yo no me había dado cuenta cuando mis ojos habían comenzado a humedecerse—. Perdón, pero no podía seguir guardándome esto, me gustas, me gustas mucho.

Entonces sentí que tenía que actuar, ahí con el ruido del televisor de fondo en un pequeño sillón, me permití besarlo.

Sin mucho cuidado levanté su rostro tomando sus mejillas y lo besé con urgencia, tal vez necesitado, solo presionando nuestros labios. Él volvió a sollozar a mitad del beso y también tomó mi rostro.

—También me gustas mucho Gerard —Me alejé un poco para besar delicadamente su frente—. Tampoco sabía cómo decirlo, pero te he amado desde hace tanto.

—Yo a ti Frankie, eras el único que me daba la fuerza para seguir adelante, gracias por estar para mí, te amo tanto, tanto, tanto.

Nos regalamos pequeños besos en nuestras mejillas y en nuestros párpados mojados. Nos besamos y nos abrazamos hasta que se quedó recostado en mi pecho más tranquilo, después de reprimir tanto, era tan bello y liberador poder expresar lo que se tenía guardado en el pecho.

— Gee...

— ¿Hm?

— ¿Podríamos tener un perro además del gato? 

𝘐𝘯 𝘢 𝘍𝘳𝘦𝘳𝘢𝘳𝘥 𝘞𝘢𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora