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Los árboles aún no perdían sus hojas anaranjadas, pero las calles poco a poco comenzaban a llenarse de la nieve que anunciaba el frío invierno aproximándose a la ciudad de Monroeville. Unos ojos curiosos miraban por la ventana del auto la nueva casa en la que viviría junto a su madre y su hermano mayor.
—¡Mikey! —escuchó llamar a la voz de su madre.
–—¡Voy!
El niño que en el próximo año presumirá ser adolescente, bajó y fue con su familia que ayudaban a los de la mudanza a meter las cajas que llevaban con sus pertenencias. Cuando encontró la caja que llevaba escrito su nombre con plumón, se apresuró a abrirla y buscar el libro que había estado leyendo los últimos meses, en él se encontraban recolectadas historias y anécdotas de los habitantes de esa ciudad, algunas eran historias comunes que solo significaban nostalgia para sus escritores y algunos de sus lectores, pero las que al pequeño Mikey le interesaban de verdad, eran aquellas que daban fe de misterios sin resolver y secretos escondidos. Su favorita era sobre una cabaña en el centro del bosque de la cual decían que se había incendiado mucho tiempo atrás, a nadie le importó ya que al parecer nadie vivió ahí desde un principio, lo que no lograban explicarse fue como las tablas comenzaron a sanar y su aspecto deteriorado se fue extinguiendo poco a poco. Pero nadie nunca tocaba la puerta para averiguar si había algún habitante dentro, solo la contemplaban y pasaban de largo. Mikey no haría lo mismo, pero tampoco lo haría sólo.
—¡Gerard, Gerard!, mira es aquí, cruzando la iglesia que vimos de camino, ¿ese era el bosque que está en el libro, no?
Un chico de cabellos largos y oscuros se preguntaba cómo es que su hermano tenía tanta energía después del viaje que habían hecho para llegar hasta su destino.
—Uhm, sí creo que es el mismo.
—¿Podemos ir a verlo? ¿Ahora? Va a ser increíble, te lo juro, debe ser como la casa de los gritos, pero sin gritos ni hombres lobo, uhm, supongo que tampoco sauces boxeadores que nos golpeen... pero va a ser increíble, es como cuando nadie en el pueblo de Hogsmeade se atrevía a entrar por los rumores, pero al final no había nada malo adentro.
—Mikey, tú eso no lo sabes, no sabemos que hay ahí y no sabemos si puede ser peligroso.
—Pero nunca ha pasado nada malo, dicen que nunca han visto a nadie ahí.
—¿Qué tal que el dueño arregló su casa y después se mató?, mira, me gustaría ser escritor, pero no quiero que mi inspiración sea ver un hombre estrangulado en una casa embrujada, ¿sabes?
—Gee, no es una casa embrujada, es una cabaña, y nadie se mató ahí.
—Tú no sabes eso —repitió el hermano mayor.
—Cállate, le preguntaré a mamá.
Gerard suspiró cansado, no es que a él no le interesara explorar el lugar, claro que amaría comprobar cada historia con las que se había obsesionado su hermano cuando se enteró a donde se mudaban, pero también se preocupaba por él. Él no solo sabía de leyendas de fantasmas en la ciudad, también sabía que había historias desagradables de delincuencia y niños perdidos. Le daba miedo que algún día el nombre de su hermanito se encontrara entre aquellas páginas, era todo.
—Dice que sí, pero que mejor mañana después de desayunar y que me tienes que acompañar.
Temprano al siguiente día, Mikey estuvo a punto de atragantarse con su cereal. Estaba emocionado. Llevaba una mochila colgada al hombro con su libro, una cámara, y algunos frascos por sí encontraba algo interesante. Por su parte, Gerard llevaba dinero, botellas de agua, y el número de emergencias y el de su madre por sí algo llegaba a suceder.
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𝘐𝘯 𝘢 𝘍𝘳𝘦𝘳𝘢𝘳𝘥 𝘞𝘢𝘺
FanfictionEspecial Frerard creado con escritos aportados por diferentes colaboradores.