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(...)

Gyuvin no recuerda haber sido un chico muy atlético durante su niñez; claro que le gusta jugar, trepar y correr por todos lados pero se consideraba apático al momento de hacer deportes. Incluso ahora, en medio de sus gloriosos once años prefiere que le arrolle un camión antes de tener que llegar a clases. Pues es martes, y eso sólo significa una cosa... ¡Deportes!

Sufrimiento, raspones, sudor y lo peor de todo, tener que ver a todos crear sus equipos entre sí mientras era desplazado sin opción de replica. Gyuvin era bueno en deportes; un chico alto, ágil y veloz, sin embargo odiaba saber que nadie voltearía a verle incluso si sabían lo bueno que él era.

Entonces, no tenía demasiadas opciones ¿faltar al colegio? ¡Jamás! Él no era ningún cobarde. Enfrentaría la situación, como venía haciendo desde el jardín de infantes. Gyuvin no se haría notar débil enfrente de esos idiotas que se creían mejor que él. Jamás.

El profesor de Educación Física les llamó a las canchas de baloncesto apenas ingresó a su aula, entre gruñidos y réplicas mentales Gyuvin salió junto al grupo. El azabache no podía quejarse por ser el blanco de burlas, sus compañeros solamente pasaban completamente de su presencia. No sabía qué era peor, su vida escolar había sido bastante solitaria pero, ¡Hey! ¡Adelantó un año! Detestaba que su madre se lo recordara como si fuese un logro.

El eco de sus voces se hizo presente en la cancha, todos estaban al centro esperando por el profesor mientras que el menor del aula estaba de pie frente a las gradas, desde ese rincón podía ver a través de una ventana superior apenas una fracción del exterior; algunas aves volaban entre las frondosas ramas del árbol.

ㅡ Oye, Gyuvin ㅡalguien irrumpió en su apreciación del paisaje, cubriendo su vista periférica un chico también azabache, de su clase.

— ¿Qué sucede, Gunwook?ㅡsus enormes orbes expresivos le miraron con curiosidad. El castaño frente a él solía saludarle algunas veces, se dedicaban sonrisas amigables y llegaban a compartir cortos comentarios entre clases pues se sentaban en la misma hilera. Gyuvin no se atrevía a decir que fuesen amigos, pero de toda su aula él era el menos desagradable.

ㅡ Y-Yo...quería... decirte... ㅡGyuvin tenía entendido que su compañero de clase no era ningún chico tímido, por lo tanto le conmocionó verlo con sus mejillas iluminadas de vergüenza carmín. Ladeó su cabeza, mirándole con suma curiosidad por lo que fuese a decirle.

ㅡ ¿Qué era? ㅡse atrevió a decir al ver que Gunwook no tomaba iniciativa.

ㅡ Y-Yo... d-debía decirte que... M-Me g-gu...

ㅡ ¡Hey! ¡Rata Kim! ¡Piensa rápido! ㅡcierta voz chillona rompió la conversación, llamando la atención desde algún sitio de aquella enorme cancha. Gyuvin le buscó con la mirada, molesto por el apodo. Sin embargo apenas lo encontró entre el tumulto de personas, un balón de baloncesto fue lanzado directo a su estómago.

¿El responsable? Shen Ricky.

Gyuvin había cruzado escasas palabras con el pequeño pelinegro, pero sabía que no era el mejor alumno de su aula. La mayor parte del día estaba dormido o gabarateando en sus libretas, y no le pregunten cómo es que lo sabe. Era un vaquetón a simple vista.

El azabache sintió todo su aire salir de sus pulmones, trastabillando para terminar por caer de sentón contra la duela de madera.

Ricky cruzó la mitad de la cancha con pasos presurosos, sintiendo las risas sobre sus oídos. Y sonriendo burlón por su travesura, empujó a Gunwook hacia un lado mientras miraba divertido al niño sobre el suelo.

ㅡ Oh~ ¿Te lastimé, carita de princesa? ㅡcuestionó sarcástico, recargándose en sus muslos para mirarlo de cerca. Sin poder retirar la sonrisa burlona de su rostro.

— ¡Eres un idiota, Shen Quanrui!ㅡexclamó el azabache sobre el suelo, lloriqueando debido al reciente golpe.

Ricky ni siquiera se molestó en disculparse o ayudarle para ponerse de pie, en su lugar recibió un golpe en la frente y más maldiciones por parte del azabache.

No le importó.

Solamente podía pensar en algo, Gyuvin sabía su nombre.

Love Gummy - SHIMKONGZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora