Su desicion. Parte 22

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Parte 2.

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Despues de ver a Myrrha, recorrimos los largos pasillos del castillopor un tiempo sin decir una palabra, hasta que ella rompió el hielo.

— Creí... que sus deseos eran cambiar el destino de esta ciudad como usted misma dijo, ¿Ha sucedido algo? —Nuestros pasos hacían eco por los finamente adornados pasillos.

— Alba... ¿Existe el paraíso...? ¿Ese lugar a donde van las almas a descansar en paz...? — Pregunté sin previo aviso, ignorando su pregunta.

La luz del sol se filtraba por algunas de las ventanas en el techo.

— Si se refiere al Tāy Ö Ên... sí, si existe. Es el lugar al cual todas las Tāy's de todos los seres vivos van después de la muerte en este plano, para decidir si descansarán en paz por toda la eternidad, o reencarnarán infinitas veces hasta ganarse el descanso ¿Porque la pregunta? — Ella lo dijo.

Lo dijo así como así. Como cualquier otro comentario que dirías en medio de la cena familiar.

Que rayos... se me había confirmado que existía un paraíso no ligado a ninguna religión.

Un paraíso, después de la muerte.

Era real... de verdad... era real.

El recuerdo que hablé con mi madre en la otra vida no fue un sueño...

El shock me detuvo unos instantes, saber que más allá de esta vida... había una oportunidad para ganarte un descanso eterno junto a tus seres queridos....

¿Si esto se supiera en mi mundo dejarían de existir guerras...? ¿Dejaría de existir la maldad humana...?

— ¿Saen-Hën? ¿Sucede algo? — Alba me tocó la mejilla con su gigantesca mano. — N-no... es solo... que... para ustedes podría ser normal... pero es la primera vez que escucho que ese lugar existía... me quedé un poco reflexivo. — Los ojos azules de Alba mi miraron unos instantes, después dijo un pequeño "Tz'ê".

— El Tāy'Ö se divide en muchas ramas... que a su vez llevan a distintos planos... y donde se decide si reencarnarás hasta cumplir tu propósito o descansaras en infinita paz es en el castillo del cielo... los espíritus del cielo son quienes lo deciden, pero... después del cataclismo... y quedarnos sin dioses primogénitos... ha llevado a que el planeta se sature de reencarnaciones, lo que nos lleva a nuestra situación actual... actualmente hay casi nula energía mágica... pero me estoy yendo por las ramas... ¿Saber eso le ha hecho cambiar de opinión respecto a vender las frutas y hacer de esta ciudad un lugar mejor? — Alba siguió caminando junto a mi.

— Sí... podría decirse que sí... cierta persona... en mis sueños me dijo que cuidara de estas niñas... ¿Pero como lo haré exactamente? Si Myrrha... o más bien todos nosotros empezamos a desequilibrar esta ciudad habrá quienes no les guste... allá afuera hay gente mala... gente que no dudaría en matarlas... lo he visto... son capaces de matar a una niña a sangre fría... ¿Como podría ponerlas a salvo en ese caso...? No soy el más fuerte... ni el más inteligente, o el mas rápido... mi fuerza depende de Cola... no tenemos a nadie más que ustedes y que se lastimen por nuestra culpa... me sienta mal... yo... solo soy una persona común y corriente... no estoy seguro... — Dije desahogándome.

La idea de que alguien podría venir de nuevo como ayer me aterraba... ¿Y si la próxima vez no venía Cola a salvarme a tiempo...? ¿Y si las Mezx'ha's se van y nos dejan solos...? ¿De verdad había que hacer tan alocado como un albergue gigante para la gente pobre y sin hogar en este castillo...? ¿Qué tal si alguien con malas intenciones se colaba y en el peor de los casos alguna de las niñas... ellas... yo...

Reencarnando en una niña dragonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora