Emma
La cremallera del vestido se atasca en mi espalda y siento el aliento de Shane en mi nuca. Su mirada me quema como una marca de hierro, y sé que está a punto de decirme lo que no quiero oír.
—No tienes que ir, Emma. Puedes llamarlo y decirle que te has enfermado.
Me giro y lo enfrento, tratando de ocultar el temblor de mi voz. Sus ojos grises me atraviesan como dagas, y siento que me ahogo en su intensidad.
—No voy a mentir, Shane. —sentencio —. Voy a salir con él y lo pasaré bien. Es solo un amigo, nada más.
Él se acerca y me rodea con sus brazos, pegándome a su torso. Su aliento es un susurro ronco en mi oído que me eriza la piel. Levanto el mentón para retarlo, con una mezcla de miedo y orgullo.
Puedo sentir el calor que irradia, el cómo su enbelesante aroma a pino se cuela por mis fosas nasales, distrayéndome de la puerta. Su mirada es una llama que me quema, que me consume, que me invita a olvidar.
Y es que en menos de nada termino maldiciendo a las hormonas que solo ruegan por su anhelo. Sé que estoy jugando con fuego, que estoy arriesgando todo por un momento de placer.
Pero no puedo resistirme a él, a su magnetismo, a su peligro.
—Shane —murmuro frente a sus labios —, vete de aquí, en un instante me rendiré a ti como si estuviera en celo y créeme, una embarazada no es justa rival para ti.
Termino mi advertencia, y mi mirada cae en su garganta que se mueve demasiado sensual para mi gusto cuando traga saliva. La vista se me nubla, y olvido la causa de mi enojo. Solo pienso en una cosa: en morder esa piel suave y tentadora. Él me mira con una sonrisa maliciosa, y siento que me derrito.
«Sabe que me tiene en sus manos.»
Cuando me doy cuenta, mi espalda choca contra la fría pared de ladrillos y pienso en las cosas que se pueden hacer, en las formas en que puede poseerme. Un profundo gruñido escapa de su garganta, y me toma de las caderas con fuerza. Sus ojos turbios conectan con los míos, y un escalofrío me recorre el cuerpo.
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Tormento Inmoral [+21]
Teen FictionDisparos. Sangre. Muerte. Todo pecado tiene penitencia, y por ello la desgracia ha caído sobre los Davies, dejándolos en el ojo del huracán se ven obligados a atenerse a las consecuencias de su depravación. La pequeña Emma, devastada y con el cora...