Emma
No han sido más que un par de horas, y el caos ya empezó, siendo cierta persona de ojos grises quien me reclama por mis últimas decisiones.
Solo lo observo desde la cama, mantengo los brazos cruzados ante su intensa mirada de reproche.
— No puedes casarte con Damon —repite —. ¿Es que estás loca?
— Lo estoy —respondo, luego le muestro la mano en la que tengo el anillo —. Hace horas le dije que sí.
Sonrío con despecho y luego me ahogo en más crema chantillí.
— Sean ya está mejorando. —recuerda, frustrado —¿Qué te cuesta esperar un poco más? También son sus hijos.
— Él ya tiene novio, y quiero que ellos crezcan en un ambiente sano.
— Sabes que te ayudaríamos, Emma. —recuerda —. ¿A qué le huyes?
Niego, no podría darle una respuesta. Es tan hipócrita de mi parte pensar en siquiera hacerlo.
Shane solo empieza a enumerar cosas que traerían la paz de todos, pero aunque el sexo sea bueno, ya no puedo seguir con esta enfermedad que me consume cada día. «Tampoco me cuelga algo entre las piernas, como para tener algo de fé en él otro»
— Shane, lárgate y déjame en paz —demando, enojada.
Suspira con fuerza, y sé que no me va a alegar más, su orgullo no se lo permitiría. Aprieta los puños antes de dirigirse a la salida, se va dando un portazo.
Y su enojo es suficiente para que lágrimas empiecen a rodar por mis mejillas sin barrera alguna. «Solo debo dejarlo salir, luego podré continuar»
Me pongo las manos en el vientre ansiando sentirlos, queriendo que se muevan y me den algún tipo de consuelo, pero eso no pasa. Siento como que no puedo hacer nada bien en esta vida, mala persona, mala madre ya que ni siquiera puedo cuidar bien de ellos.
— No es lo que piensan —susurro en un hilo de voz —, yo si los quiero.
Me hago bolita en la cama, luego tomo una manta y me cubro hasta la cabeza.
Ellos tienen buen tamaño, me dejaron algunas marcas y lo molesto es que a veces me cuesta respirar, justo como ahora. En medio de mi berrinche siento como me falta el aire. «Ya ni la cama es buena idea»
Con la respiración entrecortada, hago un esfuerzo por sentarme. Se me dificulta, pero al final logro ponerme de pie y me dirijo al baño con la vista nublada.
Me lavo el rostro y lo que veo me hace querer entrar en depresión. Tengo todo el maquillaje corrido, los labios me tiemblan y luzco acabada.
El odia vernos así, pero esto no te lo perdono.
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Tormento Inmoral [+21]
Ficção AdolescenteDisparos. Sangre. Muerte. Todo pecado tiene penitencia, y por ello la desgracia ha caído sobre los Davies, dejándolos en el ojo del huracán se ven obligados a atenerse a las consecuencias de su depravación. La pequeña Emma, devastada y con el cora...